La euforia del fumador
La nicotina estimula, como la cocaína o la heroína, el sistema de placer del cerebro
A la media hora de haber dejado de fumar, los adictos al tabaco caen presa de la ansiedad. En cuanto encienden un nuevo cigarrillo y la nicotina llega al cerebro, tienen una gran sensación de alivio. El tabaco les calma y les da placer. ¿Por qué? Un equipo de científicos de la Universidad de Michigan ha dado respuesta a esta pregunta: el tabaco afecta al sistema natural de sustancias químicas cerebrales, denominadas opioides endógenos, cuya función en el organismo es mitigar el dolor, aumentar las emociones positivas y facilitar sensaciones gratificantes.
El tabaco estimula la producción de estas endorfinas, exactamente del mismo modo que lo hacen la cocaína o la heroína. Por eso es, como ya se sabía, una droga con un gran potencial adictivo.
En cualquier caso, el estudio realizado en Michigan por encargo de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos indica que "los fumadores presentan continuamente un flujo de opioides alterado, en comparación con los no fumadores. Fumar un cigarrillo todavía altera ese flujo en el 30% más en una región del cerebro, la cingulada anterior, que regula las emociones y la ansiedad", explican los autores de la investigación.
El cambio de flujo, observado mediante tomografía por emisión de positrones, coincide plenamente con la sensación referida por el fumador. Los colaboradores voluntarios de este estudio fumaban dos cigarrillos iguales, pero uno apenas tenía nicotina y otro tenía el nivel normal. Las imágenes del escáner cerebral variaban claramente de un cigarrillo a otro.
Estos resultados confirman anteriores estudios realizados en animales, en los que ya se había observado que el tabaco influía sobre la acción del sistema opioide. En este caso se han estudiado los niveles de endorfinas y encefalinas, las mismas sustancias que intervienen en la llamada euforia del corredor, que es la sensación placentera que se produce cuando se realiza un ejercicio físico intenso. Este mismo sistema endógeno puede bloquear el sistema de señales de dolor. Cuantos menos opioides internos produce una persona, mayor es la cantidad de receptores en su cerebro especializados en captar opioides externos. En el estudio se observó que al fumar también se producía un incremento de la producción de dopamina, lo que sugiere una relación entre este sistema y el de producción de opiáceos internos. Esta relación explicaría por qué los enfermos mentales que tienen alterada la producción de dopamina son más adictos al tabaco.
El siguiente paso de la investigación será determinar las variables genéticas que pudieran explicar el diferente poder adictivo que tiene un cigarrillo en diferentes personas. Dicho de otro modo, la razón por la cual entre dos jóvenes que se han iniciado al mismo tiempo en el hábito tabáquico, cuando llegan más o menos a los 100 cigarrillos consumidos, uno de ellos se convierte en adicto y el otro puede controlarse perfectamente y fumar ocasionalmente sin riesgo de convertirse en un gran fumador.
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