_
_
_
_
_
LA CRÓNICA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La fiesta cultural más importante del año

Son ya un hito estacional, como la irrupción de las fallas en primavera o de los estorninos en verano. Aquí en Valencia han ganado carta otoñal de naturaleza los Premis Octubre. Son una cita nacional e internacional que cada año -y van 33- se convoca con un motivo de relevancia ornado por un elenco insólito de personalidades -siempre hay excepciones, claro- que durante una semana se despliega por la ciudad y debate el lema que corresponde. Este año ha sido la transición política a la democracia, analizada desde las distintas perspectivas que la protagonizaron, con la ventaja de que muchos de los intervinientes han sido agonistas destacados de aquel episodio que, para no pocos, sigue abierto.

Sería descabellado intentar resumir en unas líneas qué ha sido el evento -del que estas páginas han dado cuenta- que concluyó esta madrugada con la entrega de los tradicionales galardones -el Joan Fuster, de Ensayo; el Vicent Andrés Estellés, de Poesía; o el Ramon Barnils, de Periodismo- además de los de Narrativa y Teatro. Mucho más arduo resultaría dar noticia de los muy cualificados conferenciantes llamados a exponer su testimonio o reflexión. Han sido unos 150 y un buen número de ellos del fuste de Santiago Carrillo, Jordi Pujol, José María Setién, Narcís Serra, Xosé Manuel Beirás, Xavier Arzallus o Josep Fontana entre docenas de eminencias y motores de aquel tránsito histórico. Basta, pues, una pincelada meramente indicativa.

Por lo aquí resumido y, sobre todo, por lo divulgado estos días en muchos medios de comunicación, nos parece que es un reduccionismo describir este acontecimiento como un fasto más de los que se suceden en Valencia, cuando es obvio que no hay ninguno que, ni de lejos, pueda equiparársele. Abundar en ese relativismo -todos son iguales o parecidos- es una injusticia o una desfachatez. Más aún si se trata de apuntillarlo como una iniciativa del "catalanismo irredento". ¿Pero acaso no participan por igual los valencianos no catalanistas que saben hacer la "o" con el canuto, es decir, que saben leer y escribir?

No cabe duda de que los Premis Octubre son -y han venido siendo- la gran fiesta cultural del País Valenciano, por más que pese a tanto estulto, y resulta ridículo el remilgo o la animadversión que le profesan las autoridades conservadoras que gobiernan. Tan ridículo y lamentable como lo sería el boicot de la izquierda al Encuentro Mundial de las Artes o al Foro Valldigna para el Mediterráneo que promovió el PP mediante la iniciativa de la ex secretaria de Cultura, Consuelo Ciscar. Si el Encuentro y el Foro se han diluido es porque esta derecha no tiene mimbres para tales empresas, que sólo aguantan mientras las alienta alguien, pues cuando cesa su animador, la derecha política se sacude el entuerto que no rinde votos.

Han transcurrido, como decíamos, 33 años y los Premis Octubre no han menguado lo más mínimo, sino todo contrario. Se remozan y agrandan. Ante esta realidad, resulta deprimente -por la inmadurez política que delata-, la inhibición, cuando no la hostilidad, de las instituciones públicas, como el Ayuntamiento, la Diputación y, sobre todo, la Generalitat. Con su actitud, no abonan otra cosa que el divorcio social y un corolario anacrónico de guerracivilismo que el presidente Francisco Camps podría haber enmendado. Pero en este capítulo, todo sigue igual. Ni el menor gesto por parte de la Administración para salvar viejos y caducos enconos.

A este respecto, y como prenda de que en el Consell soplan otros aires (¿será eso verdad?), esta edición de los premis hubiera podido tener otra cobertura -o simplemente una cobertura- de RTVV. La comparecencia de las personalidades arriba reseñadas y la enjundia de las mesas redondas celebradas eran material noticiable de alta valía y, por el mínimo respeto a la audiencia, debieron de emitirse los espacios pertinentes. Pero, una vez más, el Gobierno y TVV han preferido dar la callada por respuesta, aunque con ello prolonguen la necedad autocrática o franquista. Después se quejan de que, a la menor ocasión, hasta los blaveros sintonizan la TV catalana. Eso no pasaría si los gestores y mentores de la valenciana tuviesen vergüenza torera. ¿Habrá que repetir la misma homilía el próximo otoño?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

CARAVANA EDUCATIVA

El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ha inaugurado 20 colegios en dos días. Tan jubilosa novedad debería de haberse celebrado con tracas y, sin embargo, ha dado pábulo al sarcasmo. Algunos colegios ya llevan meses y años de servicio y, aunque fuesen todos nuevos de trinqui, esta "caravana educativa", no hay manera de extrapolarla de la guerra interna que socarra al PP. El atracón de inauguraciones no ha tenido el efecto esperado por los asesores del presidente. Nos evocan sus problemas partidarios y la persistencia de los barracones escolares, además de otros déficit docentes. A ver si hay más suerte inaugurando desaladoras.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_