De vuelta al pasado sin miedo ni culpa
Un seminario recupera la memoria de la guerra y el franquismo desde otras perspectivas
El 4 de enero de 1943 se proyectó por primera vez el No-Do, esa suerte de revista de variedades y noticiario desnatado que sirvió al franquismo para celebrarse a sí mismo. Después de visitar los campos de batalla de la guerra, donde se libró "la heroica cruzada de liberación nacional", las imágenes recorrían cada uno de los sectores productivos del país -obreros, agricultores, profesionales liberales...- para llamar a todos "a seguir el ejemplo del caudillo y elevar a España hacia el futuro", cuenta Vicente Sánchez-Biosca, que participará en el seminario Memoria de la guerra y del franquismo, organizado por la Fundación Pablo Iglesias y que, a partir del próximo miércoles, y durante seis sesiones (3, 10, 17 y 24 de noviembre, 1 y 15 de diciembre, en el Círculo de Bellas Artes) volverá a ocuparse de una larga época que todavía gravita sobre las cosas del presente.
La transición evitó entrar y revolver los conflictos, pero las heridas siguen abiertas
Han pasado más de sesenta años de aquella primera sesión del No-Do, que a partir de 1943 se proyectó con carácter obligatorio -y exclusivo: no había nada que se le pareciese- en todos los cines de España. El invento duró hasta 1981 y formaba parte del aparato propagandístico del régimen. "Pero no era un noticiero de choque, como lo fue el Noticiero Español, que entre 1938 y 1941 exaltó determinados valores para movilizar contra la República a cuantos formaban parte de las filas franquistas", explica Sánchez-Biosca. "Lo que se propuso el No-Do fue desmovilizar a la población, entretenerla con fútbol y toros, con un poco de moda y otro tanto de chismes de la vida social, y con todos los acontecimientos ceremoniales que exaltaban, en fechas señaladas, las virtudes del régimen y su caudillo".
Sobre la guerra cayó así la espesa capa del discurso del vencedor. Y frente a ese discurso, "en los textos de autores como Pío Baroja y Azorín hay muy poco de la guerra, es un tema que no quieren tocar", cuenta Anna Caballé, que también participará en el seminario. "Eso sí, desde el año 39, cuando la guerra termina, no se ha dejado de escribir sobre ella. Se ha hablado de olvido, pero eso es desvirtuar la realidad de los hechos. Los textos autobiográficos cuanto más cerca se escribieron del conflicto más ideologizados están, y es muy difícil conciliar las visiones de los vencedores y los derrotados", explica Caballé. "Luego, poco a poco, van surgiendo los matices, pero el tema no está cerrado y, aunque la transición no quisiera entrar y revolver los conflictos, las heridas no están cerradas".
"Ahora ha llegado una generación que no vivió la guerra, que ni siquiera vivió la dictadura y que, por tanto, vuelve atrás y responde a los datos de la historia desde otra mirada", explica Santos Juliá, coordinador del seminario. Paloma Aguilar, que participa junto a él en la primera sesión, lo explica así: "Ahora son los nietos de quienes vivieron la guerra los que toman la palabra. Y lo hacen sin culpa y sin miedo. No pueden ser acusados de connivencia con el régimen de Franco, ni padecen el miedo a la represión que atenazaba a quienes padecieron la dictadura, de ahí que su visión sea más libre".
"Con la llegada del Partido Socialista al poder se pensó que la guerra y el franquismo pasaban a ser temas reservados a los historiadores. Se dieron por cerradas las heridas, y a otra cosa. Cuando triunfó el Partido Popular empezaron a sonar nombres que eran los mismos que habían sonado durante el régimen de Franco. Se pensó que no habían cambiado mucho las cosas, y que la vieja derecha recuperaba su lugar de siempre. La historia volvió entonces a ser de todos y no sólo de los especialistas", explica Santos Juliá. Paloma Aguilar considera que fue en 1993, en vísperas de las elecciones, "cuando los socialistas deciden romper uno de los dos pactos no escritos de la transición (no instrumentalizar la guerra, ni instrumentalizar la dictadura) y señalan que la nueva derecha que compite contra ellos es la vieja derecha de Franco. Se abre así el camino y ya se puede volver a tratar del pasado".
Sea como sea, y en eso coinciden Santos Juliá y Paloma Aguilar, lo que ocurre es que ha llegado una nueva generación, "la generación de los nietos de los vencidos", que, según explicará Paloma Aguilar en su intervención, tiene la imperiosa necesidad "de hacer justicia a sus abuelos, de ver reconocida públicamente su lucha, su sacrificio y también el sufrimiento de sus familiares, que se vieron obligados a guardar silencio durante el franquismo, y a muchos de los que aún atenazaba el miedo y la impotencia a la muerte de Franco".
Santos Juliá: "El acento ahora es otro. Para los que estuvieron más próximos, la guerra fue un desastre y no querían saber nada. Su enfoque fue más político y no incidieron tanto en la dimensión humana. Ahora, la nueva generación quiere saber del dolor y de las luchas y de las contradicciones de sus abuelos. Por eso se acerca hacia los hombres anónimos más allá de prejuicios políticos e ideológicos".
Eso sí, habrá también lugar en el seminario para la polémica, para la sana discusión. Jordi Gracia ha reivindicado en un reciente libro el papel de los pensadores liberales -Ortega, Marañón, Pérez de Ayala- en la época de Franco. "Es un libro excelente", dice Javier Pradera, pero "no coincide con mi experiencia". "Quienes plantaron cara a Franco hacia 1956 fueron los herederos de la izquierda de la República. Su alimento era el marxismo, nada tenían que ver con ninguna tradición liberal".
La historia y todo lo demás
A razón de dos conferencias por sesión y durante seis citas, el seminario Memoria de la guerra y el franquismo pretende acercarse a lo que los españoles recuerdan cuando tratan de la guerra y la dictadura. Más que grandes interpretaciones genéricas y discursos cerrados e indiscutibles, de lo que se trata es de buscar contenidos concretos. "Abrir el campo de visión", así lo explica Santos Juliá, el coordinador de la propuesta.
"Dónde están las huellas de lo que ocurrió entonces y cómo han ido cambiando las representaciones de las que cada generación se sirve para contarse lo que pasó". La historia documenta el pasado, explica Santos Juliá, y acumula los datos y los ordena. A partir de ese material se construyen los relatos, las maneras de explicarse lo que pasó. "Durante ese proceso,muchas veces tienen más influencia que los estudios historiográficos otras formas de acercarse al pasado: películas, novelas, testimonios biográficos...".
De ahí, pues, que en el seminario esas otras huellas tengan una importancia primordial. Josefina Aldecoa hablará de la guerra y la posguerra en la novela española; Anna Caballé se acercará a los textos autobiográficos y a los textos memorialísticos que se escribieron dentro de España y Alicia Alted se ocupará de los de fuera, los del exilio; Vicente Sánchez-Biosca se sumergirá en el NO-DO y Román Gubern abordará el cine; Carolyn Boyd explorará los textos escolares y Manuel Pérez Ledesma analizará la historiografía; Carme Molinero tratará de Memoria de la represión o memoria del franquismo y, finalmente, Javier Pradera y Jordi Gracia debatirán de Memoria y cultura democrática. La sesión inaugural, la del próximo miércoles, establecerá una suerte de marco general a través de Santos Juliá, que hablará de Memoria impuesta y memorias disidentes y de Paloma Aguilar, que analizará lo que pasó con la memoria de aquellos tiempos durante la transición y la democracia.
Babelia
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