¿Almodóvar contra Amenábar?
Ser un director extranjero" es el sueño hecho realidad de Woody Allen, según se lo contó a Teresa Flaño en una de las numerosas entrevistas que concedió durante el último festival de San Sebastián. Se refería Allen al reconocimiento que su trabajo tiene fuera de Estados Unidos, especialmente en Europa, donde su obra ha sido bendecida en los altares de la cinefilia. Y con razón, como a partir de hoy podrá comprobarse con Melinda y Melinda, su último y muy ingenioso trabajo.
Dicen que nadie es profeta en su tierra. Hay directores de cine que tampoco. Suelen recibir tentadoras ofertas para rodar en otros países, aunque pocas veces las acepten. Saura, por ejemplo, allá por los setenta, fue asediado por Robert Altman para que se fuera con él, pero prefirió quedarse en España. Por aquellas mismas fechas, Bertolucci se había cansado ya de la mediocridad del cine italiano y se había lanzado a la aventura europea con ayuda americana. Hizo entonces algunas de sus mejores películas (El último tango en París, Novecento...)
Estos días, Pedro Almodóvar está recibiendo en Estados Unidos diversos homenajes, y famosas actrices como Nicole Kidman, Lauren Bacall o Susan Sarandon andan que beben los vientos por intervenir en sus próximas películas. Todos a sus pies. Aquí, en cambio, algunas publicaciones están dando crédito a una bronca que supuestamente tuvo con Amenábar por cuestiones de envidias en una fiesta que acabó, dicen, como el rosario de la aurora. No divulgan los nombres de los "testigos presenciales" aunque se asegure que todos ellos tienen amistad íntima con ambos protagonistas (¡tener amigos para esto!), y aunque también las publicaciones se hacen eco del rotundo desmentido de ambos cineastas, no tienen pudor en dedicar varias páginas al tema. Es una vieja herencia del morbillo provinciano y probablemente de las ganas de vender revistas caiga quien caiga. Que se peguen Pacino con De Niro, Coppola con Scorsese, Bardem con Berlanga, Gutiérrez Aragón con Saura, Gracia Querejeta con Imanol Uribe...
A Imanol Uribe, por cierto, la semana de cine de Valladolid le dedicó ayer un merecido homenaje, cuya guinda es un excelente libro del que es autor Javier Aguirresarobe, director de fotografía de la mayor parte de sus películas. En el libro, ambos autores, a los que, cómo no, en algún momento se les inventó un enfrentamiento, desgranan sus recuerdos película a película con sinceridad y valentía, sin autobombo ni falsas modestias. También hablan de las dificultades para hacer buen cine en España, no sólo económicas sino derivadas del poco reconocimiento o la mucha mala memoria. Claro que Uribe, numerosas veces premiado y hasta alguna vez seleccionado para el Oscar, nació en El Salvador. Desde sus orígenes fue, por tanto, algo así como un director extranjero. Y eso, a lo que se ve, ayuda.
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