Las nuevas actrices de Woody Allen
Radha Mitchell, Chloë Sevigny y Amanda Peet interpretan su última película, 'Melinda y Melinda'
Una mujer en crisis y dos maneras de ver esa crisis. Melinda y Melinda, que hoy se estrena en España, cuenta una historia cómica y otra trágica. Un personaje dice: "Está deprimido, está desesperado, está al borde del suicidio. La comedia está servida". Woody Allen insiste en la esencia de sus personajes (neoyorquinos de clase media alta, vulnerables, neuróticos e inseguros) y en su eterna idea: la comedia es, al menos para él, el mejor vehículo para contar el drama de la vida.
Las actrices principales de Melinda y Melinda acompañaron al cineasta neoyorquino en el estreno mundial de la película, en el pasado Festival de Cine de San Sebastián. Una intérprete poco conocida, la australiana Radha Mitchell, da vida a las dos Melindas y encabeza el reparto del filme. Mitchell, una mujer menuda y rubia nacida en 1973 en Melbourne (Australia), recuerda así su primer contacto con Woody Allen: "Me encontré un mensaje en el contestador automático de mi móvil; era Woody Allen, que me ofrecía protagonizar su nueva película. Me envió el guión para ver si me gustaba, y obviamente dije que sí".
"Me encuentro continuamente con actrices con mucho, muchísimo, talento"
El rodaje de Melinda y Melinda estuvo precedido por el de El fuego de la venganza (dirigido por Tony Scott e interpretado junto a Denzel Washington) y el de Finding Neverland, en el que Johnny Depp interpreta a J. M Barrie, el autor de Peter Pan, y Mitchell a su mujer, Mary Barrie. En apenas un año, el rostro de la actriz dejó de ser el de una desconocida.
A su lado, interpretando a sus dos amigas, la morena Amanda Peet (la actriz que disparaba desnuda en Falsas apariencias, de Jonathan Lynn) y la reina del cine indie, la siempre cool Chloë Sevigny, una actriz con la que Woody Allen llevaba tiempo intentando trabajar. "Woody Allen escribe grandes papeles femeninos. Se diría que nos conoce muy bien", señaló Sevigny (Springfield, Massachusetts, 1974) en San Sebastián. "Yo le vi tocar el clarinete y fue suficiente. Es un hombre muy sexy", añadió Amanda Peet (Nueva York, 1972).
Ante los elogios de sus actrices, Woody Allen no dudó en responder: "Dicen todo eso únicamente en público y porque yo estoy delante. Tocar el clarinete no es nada seductor, es un instrumento de viento y al tocarlo se te hinchan las mejillas de una forma espantosa. Debería haber estudiado piano".
"Es un director increíble", añade Rahda Mitchell. "Durante el rodaje controla absolutamente cada detalle, pero lo hace de tal manera que su presencia ni se nota. Se preocupa mucho de que todo salga perfectamente. Logra crear un ambiente feliz a su alrededor, no se enfada nunca con nadie. Todo el equipo le quiere mucho".
Según la actriz australiana, su acercamiento a cada Melinda (la positiva y la negativa) fue muy distinto: "Me planteé mis dos personajes de Melinda como dos personas distintas. Para el personaje dramático me inspiré en una amiga mía de Los Ángeles que es un poco neurótica; y para el de comedia, simplemente me relajé, me dejé ir e intenté pasármelo lo mejor posible".
Woody Allen es un experto director de actrices. El hombre que una vez dijo que le gustaría ser las yemas de los dedos de Warren Beatty ha dirigido, entre otras, a Diane Keaton, Gena Rowlands, Charlotte Rampling, Helen Hunt, Judie Davis, Christina Ricci, Juliette Lewis, Winona Ryder, Stockard Channing, Mira Sorvino, Demi Moore, Julia Roberts, Elisabeth Sue, Charlize Theron, y, por supuesto, Mia Farrow. "He tenido la suerte de encontrarme continuamente con actrices con mucho, muchísimo, talento. Yo me limito a apartarme y dejarlas hacer. A menudo, la primera toma es magnífica y la segunda no tan buena porque entre ambas he intervenido yo", afirma el director de Zelig.
En Melinda y Melinda el universo de Allen gira una vez más en torno al mundo femenino y el director continúa con su retrato de todo tipo de mujeres: depresivas, vitales, inseguras, ambiciosas, manipuladoras, brillantes, independientes o egoístas. La fatalidad es la marca inequívoca de su relación con ellas. En un diálogo de Recuerdos (1980), una de sus películas más autobiográficas, Allen decía: "Nunca había sido capaz de enamorarme, no había encontrado a la mujer perfecta; siempre había algo malo. Y entonces conocí a Doris, una mujer maravillosa, con una gran personalidad. Pero por alguna razón, no me atraía sexualmente, no me preguntes por qué. Luego conocí a Rita, un animal, indecente, problemática. Me encantaba irme a la cama con ella, pero después siempre deseaba volver con Doris. Entonces, pensé, si pudiera poner el cerebro de Doris en el cuerpo de Rita sería maravilloso. Y pensé ¿por qué no? Así que preparé la operación y todo fue perfectamente, cambié las personalidades e hice a Rita una mujer ardiente, dulce, sexy, maravillosa, madura... Y me enamoré de Doris".
Babelia
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