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Tribuna:LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA | La situación en Irak
Tribuna
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Qué significa para el mundo la elección entre Bush y Kerry

Mientras los sondeos de opinión confirman que grandes mayorías de personas de todo el mundo esperan que John Kerry venza a George W. Bush el próximo martes, algunos comentaristas han empezado a quitar importancia a las diferencias entre los dos. Un Gobierno de Kerry -señalan, con razón- seguiría apoyando enérgicamente a Israel, adoptando una actitud firme respecto al programa nuclear iraní y negándose a ratificar el tratado de Kioto sobre el cambio climático, y, por supuesto, no podría "desinvadir" Irak. Ahora bien, decir que la única diferencia entre Kerry y Bush consiste en el "estilo" diplomático es no valorar lo suficiente los cambios que se producirían si ganase Kerry.

Las diferencias entre Bush y Kerry son diferencias de raíz entre sus formas de concebir la política exterior. Es verdad que también los demócratas han mostrado tendencias unilateralistas y que los dos candidatos de Kerry a la Secretaría de Estado, el senador Joseph Biden y el ex embajador ante Naciones Unidas Richard Holbrooke, han irritado a los europeos en el pasado. Pero el equipo de Kerry llegaría al poder con mucha más conciencia de la necesidad de colaborar con otros países que la gente de Bush, que sigue negándose a aceptar que un Estados Unidos poderoso necesite hacer concesiones. Así como, en 2000, los republicanos estaban empeñados en evitar lo que consideraban excesiva deferencia del Gobierno de Clinton hacia los aliados, los demócratas llegarían, en 2004, conscientes del error contrario, el de mostrar desdén y falta de respeto hacia esos mismos aliados. Respecto al grave problema de la proliferación en Irán y Corea del Norte, Kerry ha dicho que se propone intervenir de manera directa, a diferencia de Bush, que sólo se ocupa de Corea del Norte en negociaciones a seis partes y no se ocupa de Irán en absoluto. Kerry ha propuesto una especie de "gran trato" para Irán que incluiría asistencia técnica para un programa de uso pacífico de la energía nuclear, a cambio de obtener pruebas de que el país no está fabricando armas nucleares. Mantendría una posición firme respecto a Teherán y pediría el respaldo europeo para aplicar sanciones si se negase a cooperar, pero su método emplearía zanahorias considerables, además de palos más grandes.

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Kerry también está decidido a lograr una paz negociada entre Israel y Palestina, en contraste con la política del Gobierno actual, consistente en la no intervención y en no discrepar jamás de Sharon. Bush quería evitar lo que había tachado de esfuerzos inútiles de la Administración de Clinton en la región y creía que el ejemplo de Irak, la exhibición de poder y firmeza de Estados Unidos, obligaría a los palestinos a negociar. Pero ese método no ha funcionado. Kerry designaría inmediatamente a un enviado especial a la región, tal vez el propio Clinton, y consideraría prioritario alcanzar un acuerdo pacífico.

Respecto a Irak, es cierto que Kerry no puede utilizar una varita mágica y dar marcha atrás en la invasión del país. Pero, a diferencia de Bush, él sí reconocería las dificultades de la situación y los errores que ha cometido EE UU, y se esforzaría sinceramente para involucrar a la ONU y los aliados europeos en el futuro del país.

Por último, Kerry asumiría una actitud nueva respecto a algunos de los tratados multilaterales que Bush ha rechazado. La ratificación del Protocolo de Kioto, el tratado sobre el Tribunal Penal Internacional y el tratado de prohibición de pruebas nucleares -todos ellos, impopulares en el Senado de Estados Unidos- seguiría siendo poco probable. Ahora bien, intentaría volver a negociar con el resto del mundo sobre estos temas, proponer, por ejemplo, otras iniciativas sobre el calentamiento global y reanudar la cooperación con el TPI. Asimismo, interrumpiría el desarrollo de nuevos tipos de armas nucleares promovido por la Administración de Bush y, de esa forma, daría nuevo empuje al compromiso estadounidense con la no proliferación nuclear.

¿Y qué ocurre si gana Bush? Las especulaciones internacionales de que un segundo mandato de Bush sería totalmente distinto al primero no tienen en cuenta la entrega del presidente a su visión del mundo ni su inflexibilidad. El hombre que invadió Irak con la esperanza de que sacudiera todo Oriente Próximo, y que aprobó enormes recortes fiscales para intentar estimular la economía, es una persona dispuesta a arriesgarse, alguien que tiene fe en su misión. Por tanto, no sería extraño que Bush, en un segundo mandato, nombrara a Condoleezza Rice secretaria de Estado, a Paul Wolfowitz consejero nacional de seguridad y a Donald Rumsfeld para encabezar el Pentágono, y que luego preguntara al mundo: ¿por qué no me creisteis cuando dije que iba a mantener el mismo rumbo?

Si la política de Estados Unidos en un segundo mandato de Bush se moderase, no sería por ningún cambio drástico de mentalidad ni un cambio significativo de equipo. Sería sencillamente porque, con el gran déficit presupuestario, el Ejército empantanado en Irak y la mayoría del mundo en su contra, incluso un Estados Unidos muy poderoso empezaría a sentir las limitaciones de la realidad.

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