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Columna
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Nacionalistas sin rumbo

La política española del Presidente Maragall de exigencias y logros,de leal implicación en la del Estado y de propuestas autonómicas razonables y ejemplares para Euskadi , está dejando sin argumentos sólidos al victimismo inoperante de un nacionalismo catalán que,si con Pujol se limitaba a un simple lobby sin compromisos, ahora es presión verbal que a menudo parece buscar el fracaso para , sin avance alguno, retroalimentarse. Por eso,cada reivindicación simbólica, jurídica y económica, satisfecha ,o en trance de serlo, por el gobierno central es rechazada,minusvalorada o digna de sospecha embaucadora; cada éxito de la Generalitat,criticado por insuficiente; cada acto oportuno y diplomático de su presidente,censurado en nombre de un separatismo identitario que azuza sentimientos endogámicos antiespañoles e incluso antieuropeos. Encerrados con el solo juguete de un falso patriotismo irredento,los nacionalistas se aferran a la queja sistemática por temor a quedar liberados de su inconsciente complejo de inferioridad política,como si, tendidos en el diván psicoanalítico, fuesen incapaces de tranferir al terapeuta sus fantasmas, en vez de ir,libres y sin complejos, a dialogar y lograr con paciente tenacidad de gota malaya todo cuanto vaya siendo posible y aceptado en España para Cataluña, a la que dicen amar por encima de sus ambiciones personales y sus intereses de partido.

En lo que afecta a CIU, al perder el poder de gobierno y derrumbarse el sindicato clientelar de intereses que tantos votos compraba, ya no puede repetir de forma creible la retórica sentimental del antiguo caudillo,porque ha quedado en blablablá archisabido,olvidado el encanto seductor que aquél tenía. Su actual enrocamiento opositor,similar al que practica un PP sin gallardía autocrítica,sólo conduce a un desprestigio creciente,nutrido de despropósitos pueriles como el último de una fuga oportunista y desleal a Macao. El radicalismo verbal soberanista ,tan sólo para no ser menos que ERC , propicia día a día la futura escisión del señor Durán, ya preparada con muy suaves modos y su oferta al amplio sector derechista de CIU de una ideología social-conservadora, nacional-xenófoba y católico-integrista,similar a la del PP. Por tanto, ¿ qué otro rumbo puede tomar el señor Mas sino, en bien del país, colaborar patrióticamente con su odiado Maragall cumpliendo el honroso papel de jefe de una oposición leal,como se le ha brindado en el viaje al Extremo Oriente ¿. Por cierto,¿cuándo Reventós,Obiols o Nadal acompañaron a Pujol aunque fuera a Andorra? .

El caso de ERC es más complejo. No se olvide que el señor Carod aspiraba a la presidencia de la Generalitat cambiando su exígua parte electoral por el todo no alcanzado de Maragall y Mas. Pese a ello, su opción por los socialistas de aquí y de allá fue lo más sensato y honesto desde una perspectiva nacional no partidista,pero también, quizás, lo más astuto ( excusado por su hipotético servicio a una independencia de futuro indefinido) porque, si no, no se explica el doble juego contradictorio de colaborar en una política de gobierno que,desde fuera, se critica so pretexto de que a nadie se le oculta la ambición de ocupar dentro de tres años (¿con mayoría absoluta o en coalición?) la presidencia de la Generalitat, para acabar haciendo,creo yo, en el mejor de los casos,lo que ya hace Maragall, y, en el peor, lo que hacía Jordi Pujol, pues lo de proclamar pacíficamente el Estado catalán independiente no pasa de ser,en mi modesta opinión,una retórica populista y jovenícola,similar a la practicada por el fundador de CDC cuando pedía, con ambigüedad eufemística, más "soberanía".

La contradicción y falta de rumbo surgen cuando se contraponen la sincera vocación de ERC de gobernar dentro del proyecto socializante de las izquierdas catalanistas y colaborar con el PSOE en pro de la democracia social española y el Estado plurinacional (eso hizo siempre Companys) y la necesidad electoral de no perder un magnífico tribuno que sabe excitar a una masa de jóvenes fervorosos pero todavía de escasa cultura histórica y política. La contradicción ha llegado al punto de que el pasado 11 de septiembre, una pequeña parte de esa juventud silbó y tachó de botifler a tal tribuno, supongo que por colaborar con el mayor botifler de todos,el presidente Maragall. La tensión entre una base animada a radicalizarse y unos gobernantes republicanos, leales y dispuestos a luchar por la mejor Cataluña posible, puede acabar en división profunda (siempre las ha tenido ERC desde su fundación en 1931) si no se recupera, sin ambigüedades y doble juego, el rumbo correctamente trazado hace un año.

Recuperarlo es no confundir la ERC federalista de Companys (a la que el PSC , desde sus orígenes, ha sido más fiel que su continuadora durante el pujolismo ) con el grupo de Estat Català de Dencàs, que, tras azuzarle a la rebelión,abandonó a su suerte al presidente mártir. Un presidente catalanista de izquierdas y de todos,cuyo nombre sólo instrumentalizan los que,por partidismo nada institucional ni nacional, no acuden a su homenaje porque lo convoca un presidente de la Generalitat cuyo partido se atreve a poner sus siglas al pie de una convocatoria dirigida a todos . Urge,pues,un rumbo coherente de ERC en Cataluña ,como el que está siguiendo en Madrid el señor Puigcercós ante las rabietas de CIU , y una inequívoca aceptación de alcanzar unos logros posibles,siempre exigidos de palabra pero nunca trabajados como hasta ahora. Dificultarlos para substituir a los esforzados laborantes de hoy podrá ser muy astuto pero, a la larga,conducirá al fracaso de la ambición y al detrimento del patriotismo. Como dice con toda razón Josep Lluis Carod, se es nacionalista para llegar a ser nacional. Yo lo interpreto como una preferencia del bien de los nacionales al interés del propio nacionalismo y como un recordatorio de que siempre lo mejor es enemigo de lo bueno.

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