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Buenas perspectivas y malas noticias

En este último mes antes de las elecciones presidenciales de noviembre entre el republicano George Bush y el demócrata John Kerry, el panorama económico de EE UU parece seguir en buena medida el curso moderado que predecía la mayoría de los expertos. No hay todavía signos de una recuperación lo suficientemente firme como para generar un interesante aumento de las oportunidades de empleo con buenos salarios. Pero el ritmo de crecimiento agregado del PIB estadounidense no da señales de caer a un bajo 1% anual y mucho menos de un descenso recesivo. Salvo China y quizá India, no se puede ver con la misma complacencia el crecimiento de la UE o las tasas de crecimiento previstas para 2005 en países como Japón y Corea del Sur.

¿Por qué los bancos centrales extranjeros no compran una enorme cartera de acciones comunes estadounidenses indexadas al S&P?

Entre otros factores depresivos que limitan las tasas de crecimiento mundiales, se mantiene el precio elevado del petróleo, ahora por encima de los 50 dólares el barril. Afortunadamente, el fantasma del tipo de inflación que complicó la estabilidad mundial en la década de 1970 como consecuencia de la cuadruplicación de los precios del petróleo por parte de la OPEP parece ausente. Esto significa que, independientemente de que Bush o Kerry lleguen a la presidencia, se puede contar con que la Reserva Federal de Alan Greenspan no impondrá políticas crediticias tan rígidas como para frenar la actual recuperación estadounidense. En una incertidumbre geopolítica tan continuada, es un alivio poder apostar a que la locomotora estadounidense seguirá tirando de las economías extranjeras.

Estos días, los economistas son en general más conservadores de media que durante los años de la depresión de la década de los años treinta. El New Deal de Roosevelt y la Gran Sociedad de Kennedy han pasado a los libros de historia. Aun así, una encuesta aleatoria realizada entre los 56 principales economistas estadounidenses por The Economist de Londres mostró que "más de 7 de cada 10 economistas (entrevistados) se muestran enormemente críticos con el elemento central de la política económica de Bush: los recortes de impuestos".

¿Por qué esta fuerte mayoría contra el candidato republicano a la presidencia? La razón es que el futuro fiscal estadounidense a largo plazo es siniestro. Porque la irresponsabilidad a corto plazo hace inevitables los siguientes dos peligros: uno, la aritmética deja claro que las obligaciones jurídicas de mantener las promesas de Seguridad Social y Medicare (atención médica a jubilados) no se cumplirán, ni podrán cumplirse, después de que las subvenciones fiscales de Bush hayan erosionado las subvenciones fiscales de EE UU; y dos, el exceso de consumo y la falta de ahorro han provocado, desde los años ochenta de Reagan, un fuerte déficit de la balanza de pagos, el cual se está acelerando.

Estados Unidos es ahora una nación deudora, con menos propiedades en el extranjero de las que los extranjeros tienen aquí. La próxima década traerá más de lo mismo. Mientras los extranjeros conviertan felizmente sus superávit comerciales en bonos estadounidenses de bajo interés, esta cuasi burbuja puede mantenerse. Pero cuando haya otras inversiones extranjeras atractivas y cuando el dinero del exterior se canse de mantener una cantidad tan grande de pagarés nuestros, se producirá un ataque contra el dólar de dimensiones inauditas.

¿Qué podría ayudar a prolongar los años en los que los inversores extranjeros sigan acumulando sus ahorros en bonos estadounidenses? Parece irracional que, pongamos por ejemplo, el banco central japonés acuñe suficientes yenes como para permitirle comprar millares de millones de dólares en letras del Tesoro estadounidense a bajo interés.

Si me contrataran como asesor financiero, diría a los bancos centrales extranjeros: ¿por qué no comprar, en cambio, una enorme cartera de acciones comunes estadounidenses indexadas al S&P? En lugar de obtener un miserable 1-2%, la historia económica muestra que a largo plazo ganarían un 5% o 6% por encima de la tasa media de inflación estadounidense. Así se alegrarían de mantener su porción de deuda internacional estadounidense hasta 2020 o más. Toda decisión empresarial buena y duradera debe asignar a ambos socios una cuota de beneficio racional. La propiedad de letras del Tesoro estadounidense de bajo interés por parte de otros bancos centrales será un mal trato para las economías extranjeras que reconviertan su superávit comercial. Los buenos tratos duran más que los malos.

© 2004, Paul Samuelson. Distribuido por Tribune Media Services.

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