La nueva Comisión nace herida
El futuro Ejecutivo europeo afronta el voto del Parlamento en plena crisis política y en medio de un debate religioso
Los discriminatorios comentarios contra las mujeres y los homosexuales del conservador italiano Rocco Buttiglione como futuro comisario de Justicia han provocado un terremoto en la UE. La nueva Comisión Europea está en crisis antes de arrancar su mandato el 1 de noviembre. Incluso si logra el apoyo de la Eurocámara, como es previsible, le esperan cinco años con el lastre de ese comisario vetado con los votos de los escaños progresistas. El escándalo ha levantado un debate ideológico, pero trufado a estas alturas del siglo XXI con otro religioso cuando aún resuena la acalorada discusión sobre la entrada de la musulmana Turquía en el club europeo.
"Difícilmente esta Comisión sobrevivirá los cinco años", opina Daniel Cohn-Bendit, el líder de los Verdes, que anuncian para el día 27 su voto contra el nuevo Ejecutivo comunitario, como también amenazan con hacerlo socialistas e izquierdistas, con el consiguiente fracaso del designado presidente, el conservador portugués Jose Manuel Durão Barroso.
"No hay debate ideológico; la cuestión se plantea en términos de poder", dice Mayor
El Vaticano denuncia "una nueva inquisición que sienta a la Iglesia en el banquillo"
Hay datos que avalan a Cohn-Bendit. Designado para una cartera con competencias sobre igualdad de derechos, Buttiglione cree que ser homosexual es pecado y que el papel de la mujer en el matrimonio es tener hijos bajo la protección de un varón. Otra comisaria designada, la holandesa Neelie Kroes (Competencia), se enfrenta a un conflicto por las decenas de consejos de administración a los que ha pertenecido. Un tercero, el húngaro Lázslo Kovács (Energía), ha reconocido estar poco preparado. Una cuarta, la letona Ingrida Udre (Fiscalidad), es investigada por un caso de corrupción en su país. Y una quinta, la danesa Mariann Fischer-Boel (Agricultura) tiene intereses en el sector.
Pero el caso Buttiglione centra el debate. Dadas sus creencias y las áreas de su cartera, el presidente de la Eurocámara, el socialista José Borrell, no lo querría como ministro europeo de Justicia: sería, declara, como entregar la presidencia del Banco Central Europeo (BCE) "a un comunista ortodoxo". "Si se ocupara de las remolachas no sería tan grave", dijo hace unos días a Europe 1.
En cambio, para Jaime Mayor Oreja, líder de los eurodiputados del PP español, "no hay debate ideológico, sino una estrategia socialista para contrarrestar que Barroso sea presidente de la Comisión" y "la cuestión se plantea en términos de poder". La pregunta, sostiene Mayor, es si dirigentes como José Luis Rodríguez Zapatero van a seguir la estrategia hasta el final. "¿Le viene bien ahora a Zapatero una crisis en la UE con el referéndum de la Constitución europea en febrero?", se pregunta.
El origen del litigio reside en la designación de Barroso al frente de la Comisión en junio y en la decisiva interferencia de los Gobiernos de la UE, como siempre, al pactar el reparto de carteras en el Ejecutivo comunitario. Impuesto por el centro-derecha una vez que el Partido Popular Europeo ganó las elecciones europeas, Barroso superó con habilidad las críticas por su protagonismo en la foto de las Azores (Bush-Blair-Aznar) y logró el apoyo unánime de los primeros ministros y el mayoritario de la Eurocámara.
Ahora, por el contrario, como opina incluso una persona de su entorno, el caso Buttiglione supone para Barroso "un evidente desgaste", atizado en la Eurocámara desde las filas de centro-izquierda, y especialmente las socialistas, que critican al portugués su inacción para parar los pies al italiano y negociar una salida airosa a la crisis. La discusión en Europa ha derivado al aspecto religioso. Asesor y biógrafo del papa Juan Pablo II, Buttiglione es miembro de Comunión y Liberación, un grupo religioso que este mes celebra el 50º aniversario de su creación por el sacerdote Luigi Giussani, un italiano de 82 años que ha extendido el movimiento por los cinco continentes.
Para Buttiglione, la Eurocámara "guía la inquisición anticristiana" y "tal vez estamos ante una especie de berufsverbot contra los cristianos", porque "Europa quiere repescarlo en clave anticristiana". (El berufsverbot se aprobó en 1972 en Alemania para impedir que izquierdistas radicales fueran funcionarios).
El Vaticano ha acudido en su auxilio. El cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio de Justicia y Paz, denuncia "una nueva inquisición que sienta a la Iglesia católica y a los cristianos en el banquillo". Schultz no sale de su asombro: "Es curiosa tal acusación teniendo en cuenta la historia de la Inquisición".
Borrell opina que "estas semanas asistimos a un inquietante resurgir del debate sobre las raíces cristianas de Europa". "Espero que no estemos reinventando las guerras de religiones que creíamos enterradas para siempre", señala. Jaime Mayor lo ve muy diferente: "Ese debate estaba hace tiempo en el seno de la UE", pero ahora lo utilizan los socialistas "para radicalizar su posición en el terreno de los valores".
Los comentarios de Buttiglione han levantado polémicas, discusiones y debates por toda Europa. Especialmente en países donde existen iniciativas legales rebatidas con argumentos religiosos. España se convierte en el tercer país de la UE (tras Holanda y Bélgica) en reconocer los matrimonios homosexuales. En Francia han sido prohibidos los signos religiosos externos en los colegios públicos. En Austria, los católicos no acaban de digerir el descubrimiento de destacados sacerdotes pedófilos.
En medio de tal mezcolanza de debates, la Eurocámara y Barroso esperan las señales de las capitales con las que el portugués está en permanente contacto telefónico estos días. Porque ahí se producen las decisiones. No en Bruselas ni en Estrasburgo. En eso confía Barroso. Y en que los líderes no querrán encontrarse en medio de una grave crisis cuando el día 29 acudan a Roma para la solemne firma de la Constitución europea.
Movilización católica
El debate con tintes religiosos en Europa se produce cuando aún resuenan dos precedentes. El último, a comienzos de mes, cuando la Comisión aconsejó abrir negociaciones para la adhesión de Turquía, país de 70 millones de musulmanes llamado a ser el más poblado del club. Entonces, el cardenal Joseph Ratzinger calificó la decisión de "antihistórica".
El otro se produjo antes del verano, cuando perdieron la batalla la media docena de gobiernos que propugnaban incluir en la Constitución de la UE "la herencia cristiana" entre los orígenes de la Unión. El entonces primer ministro de Portugal, Durão Barroso, defendió esa inclusión, como los de Italia, Lituania, Letonia, Rumania o Polonia. Estos días, Borrell y el líder socialista Martin Schultz reciben cientos de correos electrónicos de integristas católicos. "Por decencia", dice Borrell, "prefiero no desvelar su contenido". Bajo el título La Europa peligrosa, la organización cristiana Comunión y Liberación, a la que pertenece Rocco Buttiglione, difundió un comunicado sobre el caso: "Esta Europa que rechaza las raíces judeocristianas, quedándose así sin sus propias raíces, es peligrosa". "Comunión y Liberación", se dice en la web de esta organización, "es un movimiento eclesial cuya finalidad es la educación cristiana madura de sus propios seguidores y la colaboración con la misión de la Iglesia en todos los ámbitos de la sociedad contemporánea", incluida, por tanto, la política.
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