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Reportaje:RAMADÁN EN ANDALUCÍA

"Aquí sólo se piensa en el dinero"

El trabajo en invernaderos dificulta el cumplimiento del Ramadán a los más de 6.000 inmigrantes musulmanes de El Ejido, de los cuales sólo 200 acuden a la única mezquita del pueblo

Es difícil aventurarse a dar una cifra exacta del número de musulmanes que viven en El Ejido (Almería). Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), de los 57.877 habitantes de este municipio del Poniente almeriense, 6.100 son marroquíes. A ellos hay que añadir los procedentes de otros países islámicos como Argelia o Mauritania, y la masa de irregulares que cada día trabaja en los invernaderos de la zona. La suma incrementa esa cifra en varios miles de personas, aseguran en la ONG Almería Acoge.

Para esa enorme comunidad musulmana, cumplir con el Ramadán no es tarea fácil. Mientras que los 20.000 fieles residentes en Granada tienen cinco mezquitas para hacer sus oraciones, los de esta población cuentan sólo con una. La mezquita Essuna, abierta hace un año en la calle San Bernardo (barrio de la Mezquita), no es más que un garaje acondicionado a su uso como templo. Su interior, de unos 100 metros cuadrados, lo conforma un gran salón cubierto de alfombras separado por un tabique de la zona de abluciones, donde los fieles frotan pies y manos con agua, jabón y fruición.

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Ayuno y oración en Al Andalus

Uno de ellos es Mohamed, que acaba de llegar a en su coche para el Zhur, la oración del mediodía. Tras lavarse como exige el rito, este marroquí de unos 30 años se enfunda una chilaba marrón y espera junto a una decena de personas la llegada del imán que hoy les dará una clase sobre las vivencias del profeta. Mohamed asegura que el templo cumple de sobra con la demanda de espiritualidad de los musulmanes del pueblo. "Los viernes de Ramadán [cuatro de los días con más significado religioso] sólo venimos a la mezquita alrededor de 200 personas", dice el marroquí, que asegura que la mayoría de sus compatriotas, demasiado ocupados en buscarse la vida en los invernaderos, dejan de practicar su religión al poco tiempo de llegar a España.

"Durante este mes, algunos piden a sus patrones que les permitan trabajar todo el día sin parar para salir a las cinco, con tiempo suficiente para descansar y comer por la tarde. Pero los agricultores les reducen la paga", prosigue Mohamed. "Muchos son pobres recién llegados que después de trabajar todo el día tienen que volver andando del invernadero y la mayoría están solteros, con lo que no tienen a nadie en casa que les prepare la comida después del ayuno". Con este panorama, no es extraño que entre el trabajo y la religión, casi todos se queden con lo primero. "Esto no es como en las ciudades, donde musulmanes y cristianos hacen los mismos trabajos", dice el marroquí. "Aquí, en El Ejido, los inmigrantes sólo pueden pensar en el dinero"

Trabajar a mediodía

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Bachir se enfrenta ahora mismo a todas esas dificultades. Después de nueve años en la misma empresa agrícola, su jefe le niega el permiso para salir antes durante el Ramadán. "Entiendo que los sudamericanos o los rumanos paren a medio día, pero ¿por qué nosotros no podemos trabajar mientras tanto?", se pregunta el marroquí, que asegura que entre que vuelve del cortijo y se lava, no se echa nada a la boca hasta las nueve de la noche. Después de tanto tiempo, Bachir ya se ha acostumbrado a compatibilizar el ayuno con su trabajo en el invenadero donde desde las 7.00 hasta las 20.00, recoge pimientos y los carga en caminones por un jornal de 25 euros."Tengo que tragar con ello porque necesito el dinero", concluye.

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