Una ambiciosa base de datos servirá de patrón para diagnosticar y curar tumores cerebrales
El proyecto europeo, que acabará en 2009, lo coordina la Universitat de València
El sueño de todo oncólogo es saber con detalle a qué tipo de tumor se enfrenta. A mayor precisión en el diagnóstico y en el pronóstico, más posibilidades existen de acertar con la terapia más indicada. Un grupo de 14 universidades, coordinadas por la de Valencia, trabajan en la elaboración de una ambiciosa base de datos con información de diversos frentes -análisis de biopsias, metabolismo, genética, imágenes con resonancia o genética- que permita, a través de un programa informático, describir y diagnosticar con exactitud tumores cerebrales, con especial atención a los infantiles. Ayer se celebró una reunión en Valencia para definir el patrón de trabajo en los estudios genéticos.
El encuentro de ayer se centró en uno de los diversos frentes que aborda el proyecto: el genético. Los investigadores analizaron la forma de trabajar en la búsqueda de los genes que intervienen en el desarrollo de tumores del sistema nervioso central. Existen cientos de alteraciones genéticas relacionadas con la aparición de tumores y aún más combinaciones de estos u otros genes que influyen en los procesos cancerosos, la mayoría de los cuales, en uno y otro caso, son desconocidos. Uno de los objetivos del proyecto consiste en identificar el número mínimo de genes que intervienen en los procesos de tumores cerebrales, algo que "no se sabe aún", como apunta Bernardo Celda, catedrático de Química-Física de la Universidad de Valencia. Se trata de establecer las estructuras genéticas que presentan los pacientes para identificar los genes implicados y dibujar un mapa genético de este tumor que podría servir, en un futuro, para aplicar en cada caso, la mejor terapia.
Este frente, es, sin embargo, uno sólo de los diversos de los que consta el proyecto eTUMOUR, incluido en el IV Programa Marco europeo, en el que participan 14 universidades y centros de investigación, que cuenta con un presupuesto de casi 8 millones de euros y se extenderá hasta enero de 2009. El estudio incluirá la información genética de 900 pacientes que se volcarán en la base de datos que se está diseñando. Junto a esta información, se incluirán otros tantos análisis de estudios clínicos -si en enfermo sufre vómitos, alteraciones del lenguaje-, muestras de resonancia magnética convencional, resultados de biopsias -la forma generalizada actualmente para describir el tipo de tumor- o información metabólica aportada por una técnica llamada espectroscopía. Esta última es muy útil para diferenciar no el nombre -el tipo de cáncer- sino los apellidos -los subtipos- del tumor. Los tumores gliales, por ejemplo, se comportan de forma más o menos agresiva en función de sus subtipos. Para saber ante cuál de ellos estamos se recurre a la espectroscopía, un análisis que se obtiene de un equipo de resonancia magnética convencional y que describe los procesos químicos que se producen en el desarrollo de tumor -de que sustancias se alimenta, cuales produce-.
Con toda esta información, el equipo que coordina Celda pretende dibujar un retrato poliédrico muy preciso de los tumores cerebrales y elaborar un programa informático que relacione todos estos datos, de forma que se sistematice la clasificación de los tumores, su diagnóistico y las terapias más convenientes.
Junto a los 900 casos de pacientes adultos, se analizarán bajo el mismo esquema el de 350 pacientes pediátricos. Este tipo de tumores son la primera causa de muerte en menores de 15 años, según un informe británico, y la segunda entre 15 y 35 años.
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