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Reportaje:

Malos tiempos para la militancia

La Guardia Civil tomó por terrorista a un adolescente que exigía a las empresas etiquetas en catalán

Los tres mails que envió Èric ("por favor, ponme el acento abierto") a sendas empresas para pedir que etiquetaran en catalán sus productos llevaron a que el pasado 30 de de septiembre más de 20 agentes de la Guardia Civil, algunos llegados de Madrid, se presentaran en casa del joven con una orden de registro firmada por el Juzgado número 4 de la Audiencia Nacional (AN), el mismo que investiga la posible extorsión etarra a cuatro famosos cocineros vascos.

Los mensajes -en castellano, "para que los entendieran", aclara- incluían la amenaza de "bombardear" con mensajes las webs de las empresas a partir del 1 de octubre y estaban firmados por el Ejército del Fénix. Una cadena de hipermercados, sea porque interpretó demasiado literalmente la expresión "bombardear" o porque ignoraba que el nombre de la organización estaba extraído de las novelas del mago Harry Potter, dio crédito a las amenazas y se las comunicó a la Guardia Civil, y ésta a la AN.

Èric, de 14 años, no es un pirata informático. Dice carecer de conocimientos y los programas necesarios para enviar mails masivos. Su madre asegura que su acción no pasa de ser una "chiquillada". Emilio Colmenero, abogado de Èric, se sorprende de que en la orden de registro se reconociera que faltaban pruebas, pero que se practicaba por la "inminencia de la amenaza" (un día antes de que expirara el plazo). También de que los agentes lo sustentaran en el artículo 571 del Código Penal, aplicado a los colaboradores con banda armada. Tras el registro y el interrogatorio, la AN se inhibió del caso y lo trasladó a la Fiscalía de Menores, en la que persisten los cargos de "subvertir el orden constitucional o alterar gravemente la paz pública".

La Guardia Civil confiscó la agenda personal y los ordenadores de Èric y su hermano. "Espero que los devuelvan rápido, porque los necesitan para estudiar", dice la madre. Recuerda que uno de los agentes de Madrid exclamó un triunfal "¡mira cómo tiene la habitación!" al ver una gran senyera estelada. También explica que abrieron libros y buscaron en la papelera, y que cuando les advirtió de que estaba llena de pañuelos de papel húmedos por el resfriado de Èric, un agente la reprendió: "No se ría. Esto es muy serio".

Los agentes citaron al día siquiente a Èric para el interrogatorio. "A las 18.00, para que pueda ir a clase", terció su madre. Se interesaron por cuántos formaban ese Ejército del Fénix -"sólo yo", se hartó de contestar- y por quiénes habían acudido a esa sospechosa reunión convocada en una web de Èric sobre Harry Potter. Fueron él, un amigo, su hermano mayor y su novia al cine, los dos últimos porque "la madre no deja ir solo a Èric a Badalona", señala el abogado.

Pasados los nervios iniciales, que le condujeron al médico por un exceso de ansiedad, y convencido de que se han disipado los equívocos, Èric disfruta del papel central en los círculos que piden el etiquetado en catalán. Sólo reconoce errores en la forma. "Es la ley y la tienen que cumplir", dice.

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