El Gobierno iraquí extenderá a otras ciudades el plan de cambiar armas por dinero
Las autoridades amplían hasta el jueves el plazo para el desarme de Ciudad Sáder
El Gobierno interino de Irak va a extender el plan de compra de armamento en el suburbio de Ciudad Sáder (en Bagdad) a otras ciudades dominadas por la insurgencia. En la primera semana, la milicia del clérigo radical Múqtada al Sáder, el Ejército del Mahdi, ha entregado más de mil armas pesadas (lanzagranadas y granadas de mortero) y cientos fusiles de asalto a cambio de 1,2 millones de dólares. Aunque se considera que éste es un gran paso para la inclusión de Al Sáder en el proceso político, el mando estadounidense sospecha que el Ejército del Mahdi ha escondido la mayoría del arsenal.
El plazo para la entrega del armamento -a cambio de dinero y de la liberación de los detenidos en Ciudad Sáder, un arrabal de más de dos millones de habitantes, la inmensa mayoría, chiíes- expiraba hoy, pero el comité encargado del proceso lo ha prorrogado hasta el jueves para permitir un desarme completo y efectivo de las armas pesadas.
El primer ministro interino, Ayad Alaui, aseguró ayer que después del jueves sus fuerzas de seguridad buscarán y confiscarán todas las armas ilegales (cada iraquí puede tener un arma ligera en su casa, pero no llevarla en la calle). En un discurso ante el Parlamento, Alaui calificó de éxito su iniciativa de desarme y después añadió: "Abriremos la iniciativa de desarme a todas las ciudades del país".
La primera de esta segunda fase será Basora, al sur, la segunda en número de habitantes de Irak (la inmensa mayoría, chiíes) y que se encuentra bajo control de las tropas británicas. Pueden seguir después Amara y Diwaniya (donde estuvieron las tropas españolas), y la problemática Nasiriya.
Aunque el primer ministro no fue muy concreto en su ofrecimiento, el empleo de la frase "todas las ciudades", permite pensar que la oferta se extiende también a las localidades del triángulo suní bajo control de la insurgencia, como Faluya, Ramadi, Baquba y Tiktrit, sobre todo.
Gestos
En otro gesto, Alaui dijo que su Gobierno había aprobado un paquete de ayuda de dos millones de dólares para Faluya, situada a 50 kilómetros al oeste de Bagdad. Fuerzas estadounidenses mantienen desde hace un mes y medio una campaña de bombardeos aéreos selectivos contra esta ciudad de 300.000 habitantes, considerada la cuna de la insurgencia y que ha causado decenas de muertos y mucha destrucción.
Desde hace días, los marines acantonados en el exterior han iniciado una operación terrestre (la primera desde mayo) para cerrar los accesos y preparar lo que llaman un gran asalto por tierra para quebrar las redes de la resistencia. Estos ataques contra Faluya, donde se supone se esconde el jordano Abu Musab al Zarqaui, líder del grupo Monoteísmo y Guerra Santa, uno de los más crueles, han generado numerosas críticas dentro y fuera de Irak. La última procede del Gobierno pronorteamericano de Jordania, que ayer solicitó el levantamiento del asedio y la entrada de equipos médicos y de ayuda humanitaria.
Aunque las autoridades interinas de Irak defienden en público el plan de cambio de armas por dinero en Ciudad Sáder, el mando de EE UU en Irak es muy escéptico y sostiene que el movimiento del clérigo Múqtada al Sáder ha escondido gran parte de sus arsenales. Los norteamericanos están convencidos de que se trata de una decisión táctica que tiene por objetivo evitar una operación militar como la de Samarra.
Alaui, a pesar de todo, es optimista: "Estoy muy satisfecho de que las cosas se estén moviendo en la dirección adecuada y que se esté produciendo la entrega de armas al Gobierno iraquí". Esta frase la pronunció ayer tras reunirse en Bagdad con asesores de Múqtada al Sáder. Poco después, la persona responsable del proceso de desarme en Ciudad Sáder, Akeel al Saffar, añadió: "Están [el Ejército del Mahdi] cooperando muy bien con nosotros y el proceso está funcionando mejor de lo que esperábamos".
Portavoces militares del Ejército estadounidense informaron ayer de que la milicia del Mahdi ha entregado 700 lanzagranadas y cerca de 400 granadas de mortero, además de cientos de fusiles de asalto. A cambio, el Gobierno pagará 1,2 millones de dólares. A pesar de las expectativas creadas por esta operación de compra de armas -una idea que ya puso en práctica el propio Sadam Husein en el sur tras la guerra del Golfo de 1991-, prosiguen los ataques de la insurgencia en diversas partes del país.
Muchos iraquíes, y desde luego EE UU, son escépticos sobre la nueva actitud de Al Sáder, que aspira a participar en el proceso político y a presentar un candidato a las elecciones generales previstas en enero. En su contra juegan las dos sangrientas revueltas de Nayaf (abril y agosto) y sus constantes cambios de opinión. No es tampoco la primera vez que entrega armas y promete una desmovilización de su milicia.
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