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Fútbol, rubias, viejos amigos y futuras promesas en el concierto benéfico de Rod Stewart en Londres

"Inglaterra ha ganado y Escocia ha empatado". Rod Stewart dejó claro cuáles eran sus prioridades al subir anteanoche al escenario del Royal Albert Hall de Londres. Frente a una entusiasta audiencia, rodeado de viejos amigos y futuras estrellas, el cantante ofreció un concierto en tres actos en una velada benéfica que grabaron las cámaras de la BBC y se recogerá en un DVD. Junto a temas archipopulares, como Maggie May o Sailing, el cantante interpretó temas clásicos del cancionero norteamericano de su nueva trilogía.

A Rod Stewart nadie le puede acusar de escudar sus directos en el playback. El cantante enmudeció en varias ocasiones a lo largo del concierto, pero no por problemas con su voz ronca. El público se le adelantaba y, al toque de un simple acorde, recitaba las primeras estrofas de temas archiconocidos, como This old heart of mine, Sailing o Tonight's the night.

El 25 de octubre se edita la tercera entrega de su trilogía norteamericana, en la que Stewart muestra su alma de crooner interpretando las versiones más clásicas del cancionero. Contiene temas como What a wonderful world, que popularizó el gran Louis Armstrong, Blue moon o So wonderful, que se escuchará estas navidades como soporte musical del anuncio que Nieves Alvárez y Pierce Brosnan acaban de rodar para Freixenet. El eterno playboy londinense, en forma atlética a sus 59 años, gracias a los dos partidos de fútbol que juega casi todas las semanas, se vistió de frac para cantar en directo estas joyas de Broadway, Hollywood y Las Vegas.

Chrissie Hynde, de The Pretenders, le acompañó en As time goes by. No fue la única estrella invitada al Albert Hall. Ronnie Wood hizo los honores a su viejo colega desde tiempos de The Faces y castigó su guitarra en Stay with me y la inolvidable Maggie May. Stewart, por su parte, recuperó un viejo tema de Cat Stevens, First cut is the deepest.

El sonido de gaitas escocesas llenó de pronto la gran sala londinense, con aforo en torno a los 5.000 espectadores, y una rubia en minifalda de cuadros se paseó erguida por el escenario. Era la novia de Rod Stewart, Penny Lancaster, quien se sumó a la fiesta y arrebató palabras de cariño de su prometido. El protagonista de la velada chutó unos cuantos balones hacia los espectadores y, tras ello, dejó el escenario. No regresó para el tradicional bis y se ganó por ello los únicos abucheos que se escucharon durante las cerca de dos horas de actuación.

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