El tercer debate marca el inicio de la batalla final entre Bush y Kerry
El presidente y el candidato llegan al duelo en Arizona empatados en todos los sondeos
Los candidatos a la presidencia de EE UU celebraron esta madrugada su tercer y último debate en el mejor escenario posible: un duelo en el oeste, un desafío en la calle Mayor de América que ganará no sólo el que haya desenfundado más rápido en Arizona, sino el que consiga ganar la batalla de la credibilidad desde ahora hasta el 2 de noviembre. George W. Bush y John Kerry llegaron al debate [celebrado entre las tres y las cuatro y media de la madrugada, hora peninsular española] empatados en todos los sondeos.
Kerry pasó las horas previas retirado en Santa Fe, Nuevo México, para preparar el debate, con paseo en bicicleta incluido. Bush no bajó la guardia de la campaña. Anticipando su línea de ofensiva en el debate -en principio dedicado solamente a asuntos económicos y de política nacional, desde el empleo y los impuestos hasta el seguro médico-, el presidente repitió una vez más en las afueras de Phoenix que Kerry "puede correr, pero no puede esconderse" de su historial de votaciones en el Senado: "Por mucho que lo intente disimular, mi adversario ha demostrado que se ha ganado a pulso su lugar como senador más liberal de la Cámara". Ignorando la apreciación general de que ha salido trasquilado de los dos primeros debates, el presidente dijo que en Miami y San Luis "se han aclarado las diferencias entre el senador y yo en todos los aspectos, desde los empleos y el seguro médico hasta la guerra contra el terrorismo".
La intención de Kerry era rematar la faena que le ha permitido empatar en los sondeos y dejar abierta la carrera presidencial. Su objetivo es salir de Arizona con una idea que se imponga en el resto de la campaña: hay que pedir cuentas al presidente por los últimos cuatro años. Frente a la ele de liberal que Bush le arroja a la cara, la letra mágica de Kerry es la efe de fracaso. "El historial de este presidente es una continua muestra de fracasos", dijo antes del debate el asesor del senador, Joe Lockart, hablando de la pérdida de empleo, del doble déficit y de la subida en el precio de la gasolina y en los costes del seguro médico. "Su tozudez choca con la tozudez de los hechos. (...) Los hechos importan en los debates, y por eso Kerry los gana y Bush los pierde", dijo en la CBS.
Frente a la razón, el corazón. El objetivo de Bush -con mayor presión ahora, porque ha perdido la ventaja que tenía hace dos semanas- es plantear las elecciones como un concurso de credibilidad, para intentar convencer a los estadounidenses que están descontentos con Irak y preocupados con el futuro de que Kerry sería débil en la lucha contra el terrorismo y poco de fiar en sus promesas, sobre todo las relacionadas con gasto y fiscalidad. Kerry ha prometido no subir impuestos excepto a aquellos que ganan más de 200.000 dólares (unos 170.000 euros) anuales, y extender el seguro médico al 95% de los norteamericanos. "Para cumplir estas promesas, tendrá que romper las otras; para costear los gastos de su programa, tendrá que subir los impuestos", afirma Bush.
En el último sondeo de Gallup, los dos únicos capítulos en los que el presidente aventaja a Kerry son seguridad e impuestos. En el resto, el senador está por delante, porque la realidad es tozuda: pérdida de empleos, déficit monumental, costes no previstos en la reforma del seguro médico para mayores e infradotación de programas educativos. El índice de aprobación de Bush está por debajo del 50%; si se mantiene así, debería perder las elecciones. En los sondeos diarios que hacen las diferentes empresas, los dos candidatos están empatados, con uno o dos puntos arriba o abajo alternativamente. El ecologista Ralph Nader no alcanza el 2%. El margen de indecisos está en torno al 7%. Los nuevos votantes -y ésa es una de las grandes incógnitas, por el extraordinario número de recién registrados- tienden a favorecer a Kerry (49%-42%), mientras que los antiguos se inclinan más (48%-43%) hacia Bush.
Mientras, los auxiliares siguen bregando al máximo. El vicepresidente Dick Cheney defendió en Iowa la invasión de Irak y dijo que si Sadam Husein hubiera seguido en el poder, habría suministrado armas a los grupos terroristas. El aspirante John Edwards reiteró que el Gobierno no está "en contacto con lo que ocurre en el mundo real". El aspirante demócrata a la vicepresidencia también se dejó llevar del arrebato retórico y dijo que cuando Kerry sea presidente impulsará la investigación con células madre.
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