Contraposición al análisis del Sindicato de Obreros del Campo
Tras la lectura del artículo firmado por Diego Cañamero en el diario EL PAÍS Andalucía el 8 de octubre sobre el Plan Forestal Andaluz, me siento obligado a contestarle en evitación de la desinformación que en él se pretende para con los ciudadanos andaluces, fundamentalmente, y por desgracia, los más jóvenes que no pudieron obtener información directa.
En ausencia de Diamantino García (dolorosa a pesar del tiempo transcurrido), único dirigente serio, honrado y objetivo que ha tenido el Sindicato de Obreros del Campo (SOC), sustitutos y coetáneos incapaces, Paco Casero, Juan Manuel Sánchez Gordillo, Diego Cañamero y restantes compañeros mártires, en un ejercicio voluntario de flaca memoria, se atribuyen la paternidad del Plan forestal Andaluz por las "hábiles" presiones políticas y sociales que sobre el Gobierno y la sociedad andaluza supieron ejercer hace 25 años. Resulta penoso ver cómo se utiliza torticeramente y como autopropaganda una, absolutamente falsa, afirmación que niega el pan y la sal al verdadero responsable de la redacción y aprobación parlamentaria y popular amplísimamente consensuada con firme voluntad política al amparo de la Ley de Reforma Agraria, el Gobierno andaluz de los últimos años ochenta.
Hasta aquí, mi disconformidad y profundo desacuerdo por el cinismo demostrado por el Sindicato de Obreros del Campo en su escrito, pero en aras de la objetividad que a ellos les falta, yo debo añadir algunas reflexiones críticas sobre las actuaciones de la Administración andaluza a lo largo del tiempo desde el inicio de la redacción del Plan hasta el momento actual de su aplicación.
De los organismos implicados directamente, Instituto Andaluz de Reforma Agraria (IARA) y Agencia de Medio Ambiente (AMA); en la redacción, publicidad del posible contenido, colecta de todo tipo de aportaciones, alegaciones, críticas, correcciones, presentación y discusión de contenidos con todos los grupos e instituciones sociales (Ayuntamientos, Universidades, sindicatos, asociaciones agrarias, federaciones, grupos ecologistas, partidos políticos, grupos parlamentarios, asociaciones de vecinos, de padres de alumnos, etcétera), el primero de los citados, IARA, (al que me correspondía la responsabilidad de presidir), fue el que realizó el esfuerzo fundamental gracias al buen hacer de mi gran equipo técnico-político, y esto se consiguió con la tarea añadida de obligar a cooperar al entonces presidente de la AMA Tomás Azcarate, reticente ante un Plan al que no quería dar la suficiente credibilidad; debo añadir que, aunque en no total medida, se logró vencer aquella reticencia al menos en niveles formales.
El otro grupo que aportó una participación positiva, más formal que de fondo, y estuvo siempre más cercano a las reticencias de la AMA que dispuesto a sumarse a las posibles y aún necesarias alegaciones críticas, fue el entonces naciente Ecologistas en Acción (con el nombre que en aquel momento tuviera) encabezado por Paco Casero, creo recordar, Juan Clavero. Curiosamente y con la justificación de su participación en el Plan Forestal Andaluz, a Tomás Azcarate, Paco Casero y Juan Clavero les han concedido por la consejera de Medio Ambiente el premio de ese nombre del año 2003. ¿Para cuándo el que les corresponde por razones políticas reales al ex-presidente de la Junta de Andalucía, Rodríguez de la Borbolla, al ex consejero de Agricultura y Pesca, Manaute, o al de Presidencia Zarrías?
En tiempos más cercanos, me duele que en la primera legislatura de la consejera Coves no se le prestara suficiente, a mi entender, atención al Plan Forestal dándole la consideración de un apéndice de un Plan General de Medio Ambiente, no peleando de forma rigurosa y eficaz para la obtención de fondos estatales y comunitarios para su aplicación. Parece corregirse la tendencia en esta segunda legislatura de la señora Coves y en honor y favor a la verdad, los desgraciados ocho años de gobierno de Aznar con sus sistemas de castigo a las Comunidades Autónomas rebeldes políticamente, frenaron de forma importante las posibilidades de mantenimiento de los adecuados niveles inversores.
No recuerdo haber leído nada, firmado por responsable alguno del Sindicato de Obreros del Campo, con una crítica medianamente presionante contra la actitud de los gobernantes de la derecha encabezados por Aznar. ¿Es más fácil y cómodo criticar a la izquierda? Posiblemente sí, pues la mayoría de las veces ni sabe ni contesta.
Retomando las ideas con las que inicié mi contestación al Sindicato de Obreros del Campo, reafirmo tanto la falta de veracidad de lo que expresa y utiliza de apoyo su secretario general para obtener una medalla personal, como que logre seguir engañando a la sociedad andaluza, robando credibilidad al Gobierno andaluz que es quien realmente la merece.
Francisco Vázquez Sell ha sido presidente del IARA (Instituto Andaluz de Reforma Agraria).
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