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Reportaje:

75 años de agua, luz y música

La Font Màgica de Montjuïc, ideada por Carles Buigas para la Exposición de 1929, está de aniversario

Clara Blanchar

La historia de las populares fuentes del barcelonés parque de Montjuïc, obra del ingeniero Carles Buigas (1898-1979), está llena de épica y curiosidades y es inseparable de la historia de la Exposición Universal de 1929. La Font Màgica, cuyo 75º aniversario se celebra durante este mes con visitas a sus entrañas y con programas especiales, fue construida en sólo 11 meses por -se dice- 3.000 obreros.

La culpa de tanta prisa fue la decisión, a última hora y por un sarpullido de origen político, de derribar las columnas jónicas que el arquitecto Josep Puig i Cadafalch había ideado como símbolo de la senyera que debía dar entrada al Palau Nacional, que presidiría la exposición. Había que buscar un sustituto para llenar el inesperado vacío. El ingeniero Carles Buigas, hijo del autor del monumento a Colón, recibió el encargo de diseñar la alternativa.

Buigas no es sólo el autor de la Font Màgica, sino de todo el sistema de fuentes que arranca en la cascada del Palau Nacional y llega hasta las torres venecianas de la plaza de España. Concibió el conjunto como si fuera el curso de un río, aunque técnicamente cada segmento tiene su propio control.

Sumados, los datos y cifras maravillan. En la Expo de 1929 se trataba de mostrar los últimos avances en tecnología, y en ésta la electricidad tendría un papel fundamental. Sólo la Font Màgica, en sus tres vasos, tiene 3.620 boquillas de agua. En la parte oculta, la que los fines de semana de este mes se muestra a los ciudadanos, están los 12 tambores pentagonales que giran para que sus caras, que son filtros de colores, iluminen el agua cuando brota a razón de 2.610 litros cada segundo.

Lo alucinante de todo ello es que los mecanismos originales permanecen intactos, salvo las piezas que se han tenido que sustituir por viejas. Las fuentes fueron objeto de una restauración en 1955 y han sido reparadas en 1992 y 1998. También es reciente, claro está, el sistema de control. Ahora está todo informatizado, pero en 1929 era un pianista quien con su teclado activaba y desactivaba surtidores, bombillas y filtros de color.

El espectáculo de la Font Màgica, que sólo se detiene entre los meses de enero y marzo, es de las pocas atracciones gratuitas que ofrece Barcelona. En verano, en las noches entre los jueves y los domingos, su entorno se llena de autocares de turistas, y también de barceloneses que ejercen de cicerone, porque las fuentes son parada obligada cuando toca enseñar la ciudad a familiares y conocidos que residen fuera de ella. Durante las noches calurosas, las fuentes congregan a 25.000 pares de ojos y, en total, cada año reciben la visita de 2,5 millones de personas.

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Lo que probablemente muchos visitantes desconocen es que entre las décadas de 1930 y finales de la de 1960 Carles Buigas también diseñó fuentes en distintas ciudades: París, Nueva York, Casablanca, Dubai y San Juan de Puerto Rico. Muchas de aquéllas, como la Font Màgica, continúan brotando como el primer día.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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