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El juez del 'caso Wyatt' afirma que primó el bienestar del bebé sobre otros principios

El juez Mark Hedley tuvo en cuenta las posibilidades de supervivencia, el dolor de los tratamientos a seguir y la calidad de vida que experimentaría el bebé Charlotte Wyatt antes de decidir el pasado jueves, en una sentencia dramática, que en caso de que no hubiera un acuerdo con los padres, los médicos estaban autorizados a "no aplicar a la niña ventilación artificial u otros tratamientos agresivos similares" que prolongaran artificialmente su vida. El juez basó su decisión en pasadas sentencias de la justicia británica en las que el bienestar de la persona afectada se situaba por encima del "principio sagrado de la santidad de la vida" y ello a pesar de que dice aceptar ese principio.

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Según la sentencia, los padres pedían mantener con vida a su hija porque aún confían en que ocurra un milagro y se refieren con ello "no sólo a las posibilidades teóricas aceptadas por los médicos si no también a un milagro nacido de la intervención divina". "No obstante", matiza el juez, "el señor Wyatt estaba de acuerdo conmigo en que esa cuestión está completamente al margen de cualquier orden que yo pueda decidir".

El juez matiza que lo que se ha de valorar en un caso así es si la persona afectada puede soportar el tratamiento, no lo que piensen de ello las personas que han de decidir por ella. En el caso de la pequeña Charlotte, que nació el 21 de octubre del año pasado a las 26 semanas de gestación y pesaba tan sólo 458 gramos, el juez concluye que el tratamiento para prolongarle la vida de manera artificial no sería lo más beneficioso para ella. Pero advierte que eso no exime a médicos y padres "de seguir administrando el tratamiento adecuado de acuerdo con las circunstancias".

Descripción dramática

En su introducción al caso, el juez Hedley dibuja una descripción dramática de la situación médica de Charlotte y matiza que "la cuestión no es si este bebé debería vivir o morir sino cuándo debería morir". "Charlotte tiene problemas renales y respiratorios crónicos combinados con un daño cerebral profundo que la ha dejado ciega, sorda e incapaz de cualquier respuesta o movimiento voluntario. Es altamente probable que sucumba durante este invierno a una infección respiratoria que sería fatal".

"Requiere elevados niveles de oxígeno suplementario para respirar. Eso significa que necesita más del que se le puede administrar por un tubo vía nasal y de hecho necesita tener su cabeza cubierta por una caja de plástico transparente y recibe (y necesita) el máximo oxígeno que se puede administrar. Si se la saca de la caja normalmente se angustia y se vuelve intensamente azul; cuando vuelve a su emplazamiento tarda mucho en recuperar la situación original. El problema es que esos niveles de oxigenación en sí mismos dañan los pulmones y por eso todos reconocen que necesitará ventilación en las próximas semanas o meses", dice el texto.

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