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ELECCIONES EN AFGANISTÁN

Afganistán elige a su primer presidente desde la caída de los talibanes

Más de 80.000 hombres armados velarán por la seguridad de las elecciones de hoy

Ángeles Espinosa

"Soy el del gorro caracul, tengo la barba corta y voy el segundo en la lista". Así se ha identificado Hamid Karzai a sus potenciales votantes durante la campaña electoral. La imagen del presidente provisional de Afganistán es conocida en medio mundo, pero no tanto entre los afganos. Pocos le han visto en directo, apenas un 27% de los hogares cuenta con televisor y muchos tienen dificultades para identificar a la gente en fotografía.

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El dato da una idea de la dificultad de la elección presidencial de hoy. Además de la seguridad, cualquier fallo logístico puede arruinar el experimento democrático en el que han puesto su esperanza tanto la comunidad internacional como la mayoría de los afganos.

Además de ver cuántos de los 11,8 millones de potenciales votantes acuden finalmente a las urnas, la otra incógnita es saber si Karzai va a superar el 50% de votos, o va a necesitar una segunda vuelta para asegurarse el mandato. "Confío en que al menos la elección sirva para medir el peso real de los señores de la guerra", apunta una fuente diplomática. Para ello será necesario que la jornada transcurra sin intimidaciones significativas.

Los enemigos del proceso modernizador se hicieron oír ayer. Una veintena de cohetes cayeron en diversas localidades. Uno de ellos alcanzó Bagram, la principal base aérea de Estados Unidos en Afganistán, a 50 kilómetros de Kabul. Dos cayeron en la propia capital durante la madrugada, y la noche anterior, otros tres tuvieron por objetivo el cuartel general de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), donde se encuentran parte de los soldados españoles destinados en este país. Sólo en un ataque en Jalalabad hubo que lamentar dos niños heridos.

Hasta ahora la violencia no ha alcanzado niveles graves, aunque muchas organizaciones internacionales han extremado sus precauciones. La contratista estadounidense BearingPoint, por ejemplo, prohibió a sus empleados salir de casa ayer. La ausencia de occidentales era visible en los restaurantes, abarrotados cualquier otro viernes, el día festivo musulmán. El tráfico era también menor del habitual. Numerosas calles permanecían cortadas y, desde el jueves por la mañana, los vehículos con matrículas de otras provincias no pueden acceder a Kabul.

"Nuestra mayor preocupación es que elementos criminales traten de malograr la votación", declaró una ex militar británica que trabaja en el equipo de seguridad de la comisión electoral. En su opinión, la amenaza no se circunscribe a los talibanes. Sin embargo, Farooq Wardak, el secretario de la comisión, se muestra optimista: "Si no han atacado la distribución de las papeletas, no veo por qué van a atacar ahora".

Cerca de 87.000 hombres armados vigilarán los comicios en todo el país. La policía y el Ejército afgano cuentan con el apoyo de los 18.000 soldados de la coalición internacional (16.500 de Estados Unidos), que aún buscan a Osama Bin Laden en el sur del país, y con los 9.000 militares de los 37 países que integran la ISAF y que ayudan a mantener la seguridad en Kabul y en el norte.

Desde el agente encargado de mantener la fila hasta el que ayude a introducir la papeleta en la urna, todo tiene que funcionar satisfactoriamente en 22.000 mesas electorales distribuidas en 4.900 colegios, que abrirán desde las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Algunos analistas no descartan que sea necesario prolongar la elección el domingo ante la novedad de un proceso que muchos afganos no han terminado de entender.

Pese a los numerosos carteles y anuncios, ayer aún había personas en Kabul que creían que debían introducir su tarjeta del censo electoral dentro de la urna del candidato que eligieran. El analfabetismo en el país se acerca al 80%, muchos votantes cogerán por primera vez un bolígrafo para marcar la papeleta electoral. Para ayudarles, junto al nombre del candidato, figura su fotografía. Además del actual presidente, la lista incluye a cinco antiguos combatientes antisoviéticos, dos ex comunistas, un poeta y una mujer, Masuda Jalal. La presencia de Jalal entre los 18 aspirantes es quizá la mayor prueba del cambio experimentado por Afganistán desde la expulsión de los talibanes hace ahora tres años.

Sin embargo, la anulación de la ominosa legislación talibán sobre las mujeres no ha supuesto un cambio automático de los usos sociales. En las regiones más conservadoras del sur, pero sobre todo en las zonas rurales, muchos hombres han declarado que no dejarán votar a sus hijas y esposas.

Mujeres afganas caminan bajo un cartel electoral de Masuda Jalai, ayer en Kabul.
Mujeres afganas caminan bajo un cartel electoral de Masuda Jalai, ayer en Kabul.EFE

Tres candidatos, tres etnias

Mustafá va a votar a Hamid Karzai. "Es un hombre honesto", asegura. Su mayor capital es precisamente esa imagen sin vínculos directos con las milicias que destruyeron el país tras lograr expulsar a los invasores soviéticos. Por eso, a pesar de ser percibido como el hombre de los americanos, Karzai, de 46 años, va a contar con el apoyo de muchos afganos que desean la modernización de su país. Además, después de tres años al frente del Gobierno, es sin duda el más conocido de los candidatos.

Karzai necesita un mandato que supere fronteras étnicas. Los pastunes, entre los que se cuenta, constituyen un 40% de la población y han gobernado históricamente el país, pero las otras minorías deben ser parte del nuevo Afganistán que se ha gestado desde la expulsión de los talibanes.

Su principal rival es el ex ministro de Educación, Yunus Qanuni, de 47 años. Este tayico, que fue uno de los más destacados dirigentes de la Alianza del Norte, cuenta con el apoyo del todopoderoso ministro de Defensa, el mariscal Mohamed Qasim Fahim. Ha hecho campaña en todo el país y su actividad ha evitado que los comicios sean una mera formalidad para ratificar a Karzai.

Considerado un criminal de guerra por muchos afganos, el general uzbeco Abdul Rashid Dostum, de 50 años, se ha reinventado a sí mismo como candidato presentable. Su apoyo parece limitado a su feudo de Shibergan y provincias limítrofes.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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