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El CGAC revisa las relaciones entre literatura y pintura moderna

La exposición incluye obras de Picasso, Ernst, Matisse, Miró y Saura

El Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC) de Santiago de Compostela inauguró ayer la exposición Las palabras de la pintura, que pretende analizar las relaciones entre la literatura y la pintura a lo largo del siglo XX a través de los libros de artista. Obras de Kandinsky, Picasso, Max Ernst, Matisse, Joan Miró y Antonio Saura, entre otros, se exhiben siempre acompañados por textos, en su mayoría poéticos.

El comisario de la exposición, Tomàs Llorens, dijo que no se pretende abordar de manera exhaustiva las relaciones entre literatura y arte, sino que más bien hay un "ánimo de evocación", por lo que se han escogido cuatro momentos puntuales a lo largo del siglo XX para observar cómo funciona la relación entre ambas disciplinas.

"Las relaciones entre pintura y literatura han sido problemáticas en el contexto de la modernidad. En el siglo XX el pintor quiere que su forma de expresión sea estrictamente pictórica y rechaza la retórica, las connotaciones literarias. La pintura moderna no quiere ser una pintura de contenidos", aseguró Llorens.

El director del museo, Miguel Fernández Cid, aludió a la dificultad que supone para un centro de estas características albergar una exposición "de tesis", ya que normalmente se trabaja con artistas vivos y que incluso preparan obras específicas para cada muestra.

Algunas de las obras que ahora se exhiben en Santiago son ejemplares raros que apenas han podido verse en público con anterioridad. El hecho de que muchas de ellas estén realizadas en papel ha exigido un especial cuidado en las condiciones ambientales para su exhibición. La colaboración del departamento de Colecciones Históricas del Centro George Pompidou de París ha sido decisiva para permitir la realización del proyecto. El recorrido por la exposición comienza en el apartado Los inicios: hacia un lenguaje universal, en el que pueden verse los grabados y pequeños textos realizados en 1912 por Vasili Kandinsky para el libro Sonidos, en el que las palabras acaban por tomar la apariencia de imágenes de colores vivos. En este apartado se incluye el volumen La prosa del Transiberiano, realizado por la artista rusa Sonia Delaunay y el escritor francés Blaise Cendrars en 1913.

Los aguafuertes confeccionados por Picasso para ilustrar la novela de Balzac La obra maestra desconocida están incluidos en el segundo apartado de la muestra (El gran cuestionamiento:obliteraciones) al igual que la novela-collage La mujer de las 100 cabezas, realizada por Max Enst en 1921 con el objetivo de cuestionar la posibilidad misma de toda lectura. Se trata de crear un equivalente visual para el enigma que se nos plantea cuando escuchamos una frase sintácticamente bien construida pero semánticamente absurda, carente de sentido.

La parte final lleva por título La Madurez y se subdivide en los apartados El Zenith y El Nadir. En el primero está la serie de collages Jazz realizada por Henri Matisse. El último apartado exhibe la serie de dibujos Nulla dies sine linea realizada por el pintor Antonio Saura en el tramo final de su vida, con los que el artista ilustraba cada día (durante un año completo) un suceso o una imagen extraída de la prensa diaria.

Portada de <i>La Prose du transsibérian et de la petite Jehanne de France,</i> de Sonia Delaunay, del Museo Zadkine.
Portada de La Prose du transsibérian et de la petite Jehanne de France, de Sonia Delaunay, del Museo Zadkine.PHOTOTHÈQUE DES MUSÉES DE LA VILLE DE PARIS

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