Dick Cheney y John Edwards empatan en un intenso debate que deja las espadas en alto
Los candidatos a vicepresidente se acusan de falta de credibilidad en la crisis de Irak
Dick Cheney y John Edwards no decepcionaron. Su debate del martes por la noche en Cleveland fue un auténtico enfrentamiento de visiones opuestas y de alternativas, y el intercambio de acusaciones sobre Irak y la seguridad de EE UU afianzaron la idea de que estas elecciones se decidirán en buena medida por la posición del electorado sobre esos asuntos. Tanto el vicepresidente como el senador sirvieron bien a sus jefes, y los sondeos repartieron preferencias, con lo que la impresión dominante es que hubo empate. Empatada está, a menos de cuatro semanas del 2 de noviembre, la carrera hacia la Casa Blanca.
No hubo novedad en los argumentos básicos, porque ya están trazados: para los demócratas, la guerra fue "un error colosal", y el Gobierno no ha dicho la verdad a los estadounidenses: "No creo que el país pueda soportar cuatro años más así", dijo Edwards. Para los republicanos, las amenazas a la seguridad justifican todo lo hecho, y "no hay ningún indicio de que Kerry tenga las convicciones necesarias para llevar adelante con éxito la guerra contra el terrorismo", según Cheney.
La voz profunda y la manera poco expresiva del vicepresidente abrieron la noche con la defensa de la guerra: "El mundo es hoy más seguro con Sadam Husein en la cárcel". La retórica más brillante de Edwards saltó de inmediato: "Ustedes siguen sin ser sinceros con los norteamericanos". El panorama, detalló, no puede ser más oscuro, y "necesitamos empezar de nuevo" con "un presidente que tenga credibilidad para implicar a otros" en Irak. "Estamos haciendo progresos en todos los campos", insistió Cheney. No, respondió Edwards, que sacó del arsenal otro contundente argumento y lo repitió en varias ocasiones: "No hay conexión entre los atentados del 11-S y Sadam Husein".
Cheney se defendió como pudo, dijo que sí había conexión y trató de pasar a la ofensiva en la forma en que no lo consiguió Bush en Miami: "Creo que Kerry no posee lo que tiene que tener un comandante en jefe. Basado en su historial, no desarrollaría una política agresiva para defendernos de los terroristas. (...) Es un patriota, pero lo que yo cuestiono no es eso, sino su juicio y su ausencia de convicciones". Lo que no tiene Kerry "es credibilidad, por la gran cantidad de contradicciones expresadas en la campaña, dependiendo de las presiones políticas del momento".
"Lo que el vicepresidente ha dicho es una completa distorsión", dijo Edwards, que contraatacó primero afirmando que Kerry no tiene ninguna duda de que hay que hacer "lo imposible para frenar y matar a los terroristas y mantener seguro EE UU"; después, defendiendo sus votaciones, y, por último, entrando a matar con Halliburton, la empresa que Cheney presidió entre 1995 y 2000. Edwards le reprochó, aparte de los 7.000 millones de dólares de contratos en Irak, "haber hecho negocios con enemigos de EE UU y pagar millones de dólares en multas por proporcionar datos falsos". Cheney dijo que "todo es una cortina de humo, porque saben que las acusaciones son falsas".
Cheney, que pasó más apuros que Edwards, aunque no perdió la compostura, acusó a los demócratas -que votaron a favor de la guerra- de cambiar sus posiciones en las primarias para no dejarse comer el terreno por Howard Dean: "Si no aguantaron la presión de Dean, ¿cómo sabemos que podrán enfrentarse a Al Qaeda?".En la segunda parte del debate hubo menos enfrentamiento, aunque Edwards cargó contra el Gobierno, al que responsabilizó de "la mayor pérdida de empleos desde la Depresión". Las recientes cifras sobre el aumento de la pobreza y de la gente que no tiene seguro médico salieron también a relucir. Cheney dijo que se está creando empleo desde hace un año y que Kerry quiere subir los impuestos. El vicepresidente, cuya hija es lesbiana, reiteró que está a favor de la "libertad para todos" en asuntos personales. Edwards le felicitó por querer y entender a su hija, y dijo que los demócratas también quieren que las uniones homosexuales se resuelvan en los Estados y que nadie debe emplear la Constitución -Bush sostiene la propuesta de una enmienda que defina el matrimonio sólo como la unión de hombres y mujeres- "para dividir al país".
En todo caso, los sondeos se repartieron: en el de la CBS, el 41% creyó que ganó Edwards y el 28%, Cheney; un elevado 31% consideró que habían empatado. En el de la ABC, el resultado fue de 43% contra 35% a favor de Cheney, con el 19% apostando por el empate.
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