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Reportaje:

Un final de cine

La directora argentina Victoria Menis muestra a sus hijos en San Sebastián el valor del trabajo

María Victoria es una desconocida. O al menos lo era cuando llegó a San Sebastián hace siete días. Nadie que la viera desgañitándose en la calle para parar un taxi -sin imaginarse que en esta ciudad los taxis sólo se pueden abordar en las paradas- o entrando en el hotel María Cristina cargada con dos bolsas de camisetas de publicidad se podía hacer una idea de lo que estaba disfrutando esa mujer. María Victoria Menis es argentina, tiene cuatro hijos ya criados -el mayor, de 26 años; las pequeñas, unas mellizas de 20- y una película, El cielito, con la que acaba de participar en el Festival de San Sebastián. También tiene un marido, y un currículo muy extenso relacionado con el teatro y la televisión en su país, pero son sus hijos y la película lo que cuentan en esta historia.

Dice María Victoria que ella lleva haciendo cine desde los 20 años, y que nunca le ha resultado fácil. "Ahora está de moda entre los directores, es muy fashion, decir que todo les salió por casualidad. Te dicen: yo estaba en un bar y de pronto dejé este proyecto en la mesa y pasó Pedro Almodóvar y lo agarró, lo vio y me dijo: ¿quieres firmar...? Mira, yo no sé si los demás mienten, pero a mí no me pasa así. Yo me rompo el culo". La relación de María Victoria con el cine parece tan difícil y a la vez tan emotiva como la de los protagonistas de El cielito, un joven vagabundo de 20 años y un bebé al que intenta salvar del caos.

María Victoria dice que, el año pasado, mandó su película a San Sebastián como quien arroja una botella al río de la Plata y espera que llegue al Atlántico y luego a la playa de La Concha. Lo curioso es que llegó. "No mucho tiempo después me llamó José María Riba, el director del ciclo Cine en Construcción, y me dijo que la película les había encantado, que nos esperaban allí".

Lo que pasó a partir de entonces aún vuelve a emocionar a la directora argentina. Su película, todavía a medio montar, se pasó ante 200 personas. "Estaban todos", recuerda, "los tipos de la industria, de la prensa... Yo estaba nerviosa. Sabía que me darían 15 minutos. Como cuando lees un libro y no te gusta. A la página 15, chao, a la mierda, el libro al agua...".

El cielito encontró productor francés y este año ha vuelto a San Sebastián, ya por la puerta grande de la Sección Oficial. La acogida ha sido buena, e incluso ha obtenido algunos premios menores, pero la felicidad con la que se veía a María Victoria de aquí para allá, paseando su anonimato entre Woody Allen y Annette Bening, tenía otro motivo.

"Yo me gradué", explica, "embarazada de mi primer hijo. Los cuatro, desde que me conocen, me han visto peleando con el cine: a ver cómo se hace, cómo lo conseguimos. Así que lo primero que dije cuando supe que iba a venir a San Sebastián es que yo quería que estuvieran acá. Costó mucha plata, pero se lo merecen. Por bancarme [apoyarme] en las malas y en las buenas, por el tiempo en que no estuve con ellos. Y, sobre todo, porque me pareció que era bueno que vieran que si alguien lo lucha, puede que sirva. Lo dice Woody Allen al final de una película: 'Yo siempre pensé que en la vida ganaban los buenos y perdían los malos porque el cine me lo enseñó'. No hay garantías. Pero si una vez uno es el bueno y gana, que por lo menos los chicos lo vean".

María Victoria Menis, con su familia, en el Festival de San Sebastián.
María Victoria Menis, con su familia, en el Festival de San Sebastián.JESÚS URIARTE
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