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Reportaje:LA INMIGRACIÓN POR DISTRITOS | Ciudad Lineal

La 'pequeña Quito' empieza en Ventas

Los inmigrantes de Ciudad Lineal viven en los barrios pobres de un distrito marcado por las diferencias sociales

En los últimos años se han ido añadiendo nuevos rostros a los habitantes de Ciudad Lineal. Ahora es común observar cómo miles de latinoamericanos pasean por la calle de Alcalá, una de las columnas vertebrales del distrito, junto con la calle de Arturo Soria. Pero las condiciones de vida difieren en este distrito entre el norte, más acomodado, y el sur, donde se concentran la mayoría de los 35.600 inmigrantes que viven allí.

Jorge Luis Cacuango es ecuatoriano, nació hace 37 años en Cayambe (a una hora al norte de Quito) y desde hace cinco vive en Madrid. Nunca podía imaginarse que, tan lejos de su país, viviría rodeado de tantos compatriotas. Los ecuatorianos en Ciudad Lineal son ya unos 14.500. Es la comunidad más numerosa de inmigrantes en el distrito y en la capital, donde superan las 142.000 personas. Los colombianos (3.898 personas) y los peruanos (2.691) están también muy arraigados en esta zona, en la que la inmensa mayoría de extranjeros, aunque provienen de 21 países diferentes, son suramericanos. No en balde, a este distrito se le conoce con el nombre de pequeña Quito.

La mayoría tiene la documentación en regla y se adaptan al barrio, según el Ayuntamiento
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Pero esta denominación sólo vale para una mitad de Ciudad Lineal. Los barrios de Ventas, Pueblo Nuevo y Quintana reflejan una mucha mayor densidad de población inmigrante que los de Costillares, Atalaya o San Juan Bautista. Esta desigualdad se explica con datos: mientras que en 2000 la renta bruta media anual de un vecino de Ventas fue de 10.450 euros, la de un residente de Atalaya, ascendió a 23.697 euros, más del doble. El lugar de residencia de la población inmigrante está, pues, determinada por los diferentes niveles de riqueza del distrito, y éstos se expresan en el precio de las viviendas: si hace dos años el precio medio por metro cuadrado en Atalaya era de 4.062 euros, en Pueblo Nuevo era de 2.476 euros.

Jorge Luis vive en Pueblo Nuevo y, como él, la mayoría de los inmigrantes de Ciudad Lineal -que suelen trabajar en la construcción, la hostelería y otros empleos no cualificados y mal pagados-, no tiene más remedio que compartir piso. "Sale mucho más rentable y es la única manera de ahorrar", reconoce. Y eso limita la elección del tipo de vivienda, donde también se reflejan las desigualdades: en el norte predominan los hogares unifamiliares, muchos con jardín propio, mientras que en el sur las interminables filas de bloques altos de pisos son lo habitual. En esta zona, una persona puede conseguir una habitación por 200 euros al mes de alquiler. Eso sí, compartiendo con al menos seis más. Jorge Luis, por ejemplo, vive en un piso de cuatro habitaciones con otros 11 familiares por el que pagan 750 euros al mes. En una habitación duermen él, su mujer Azucena y su hijo Jorge Jefferson, de 12 años.

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Este niño es uno de los más de 5.600 inmigrantes en edad escolar (hasta los 16 años) que viven en el distrito, el 18% del total, tres cuartas partes de los cuales se concentran en Quintana, Pueblo Nuevo y Ventas. Otro ejemplo de desigualdad: éstos acuden en su mayoría a los 17 centros públicos de educación obligatoria del distrito (12 de educación infantil y primaria y cinco de secundaria y bachillerato), mientras que sólo el 13% está matriculado en los 27 concertados, a pesar de que éstos son más en Ciudad Lineal. Es decir, los niños no se mezclan. Así, el nivel de inmigrantes se eleva hasta el 77,81% en el colegio público Nuestra Señora de la Concepción, mientras que en el colegio Cenit, el centro concertado en el que hay mayor presencia extranjera, no supera el 57,08%, según la Consejería de Educación.

Jorge Luis confiesa que su barrio no le acaba de gustar, aunque dice tener "de todo". "Lo único bueno que tiene es que está cerca de todo; lo malo es que apenas hay un parque muy pequeño en la zona", afirma. Los parques son importantes para este colectivo, ya que es allí donde pasan la mayor parte de su tiempo de ocio, charlando, jugando a la pelota o vendiendo y comprando cosas. Y en Ciudad Lineal los parques escasean. Hay algunos como el de La Elipa, Ascao y El Calero, pero, aun así, muchos inmigrantes prefieren concentrarse en su tiempo libre en otras zonas verdes como el Retiro o el parque del Oeste.

La historia de Jorge Luis es común a la de muchos de los más de 35.600 inmigrantes que residen en Ciudad Lineal. Llegó a Madrid con su hijo después de que su esposa se estableciera en la capital. Después de trabajar en la construcción, en una pescadería y como repartidor, este hombre, que en Ecuador trabajaba como comercial, consiguió un empleo como vendedor de libros y revistas para odontólogos. "Mi jefe me hizo una oferta laboral y tengo los papeles desde 2002", explica.

Según datos municipales, la mayoría de los extranjeros de la zona coinciden con este perfil: suelen llevar tiempo en el distrito, tienen permiso de residencia, un empleo con contrato en regla y están adaptados a la forma de vida del barrio. Sin embargo, esto no quiere decir que sea su distrito preferido para instalarse: sólo es el primer paso para una nueva vida. Muchos aspiran a comprar una vivienda en otra zona "mejor", lo que Jorge Luis y su familia parece que van a conseguir sólo cinco años después de llegar a España.

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