_
_
_
_
Tribuna:VUELTA 2004 | Decimosexta etapa
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Glóbulos de un donante

Excepto en personas muy sedentarias o enfermas, la capacidad que tienen nuestros músculos de consumir el oxígeno que les llega por la sangre, y que viaja protegido dentro de unas células llamadas glóbulos rojos, supera con creces la capacidad que tiene el corazón de bombear sangre oxigenada. Así, la fuerza de bombeo del corazón es el factor que limita el rendimiento máximo en ejercicios de resistencia, donde los músculos necesitan consumir mucho oxígeno para contraerse, hasta 5 litros por minuto. Con el ejercicio intenso se destruyen millones de glóbulos rojos a diario.

De modo que la ecuación es relativamente sencilla, al menos en deporte de competición: si conseguimos aumentar artificialmente la cantidad de oxígeno que viaja por la sangre, los músculos consumirán más oxígeno y se fatigarán menos. Hasta los años ochenta, esto sólo se podía conseguir a base de transfusiones de sangre: autotransfusiones, consistentes en inyectarle al deportista medio litro de su propia sangre (que previamente se había dejado almacenado en una nevera) para reponer sus glóbulos rojos, u homotransfusiones, en las que al deportista se le administra sangre de un donante compatible (o sangre homóloga) para que no existan reacciones de rechazo. Ambos métodos eran indetectables hasta hace bien poco.

Más información
Hamilton recibió sangre ajena en Atenas

Un método más moderno para aumentar artificialmente el número de glóbulos rojos es la administración de inyecciones de eritropoyetina (Epo), una hormona sintetizada por ingeniería genética, y casi idéntica a la que nuestro cuerpo produce naturalmente con el fin de fabricar nuevos glóbulos rojos. O la utilización de sustitutos químicos de la hemoglobina humana. Ambos métodos se pueden detectar en un control antidopaje.

Y desde 2003, gracias al trabajo de unos científicos australianos, también se puede detectar el uso de homotransfusiones con el método de citometría de flujo. Este sistema diferencia los glóbulos rojos del donante de los del deportista receptor.

Alejandro Lucía es catedrático de la Universidad Europea de Madrid.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_