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La Unesco debate un acuerdo sobre el respeto de la diversidad cultural

Los 190 países representados en la Unesco comenzaron a discutir ayer, en París, un proyecto de convenio internacional que garantice el respeto de la diversidad cultural. Los debates han de prolongarse hasta el sábado y pueden desembocar en un acuerdo que sirva de base o marco para el momento en que la Organización Mundial del Comercio (OMC) se interese por la libre circulación de bienes y servicios culturales. Es una cuestión que hace 10 años se optó por dejar fuera de cualquier acuerdo debido al enfrentamiento radical entre dos posturas consideradas irreconciliables: la de Francia, que defendía entonces el derecho a la "excepción cultural", y la de Estados Unidos, que, en nombre de la libertad de expresión, pedía la desaparición de cualquier tipo de limitación a la comercialización de sus productos.

Para José María Ridao, embajador español ante la Unesco, primero "habrá que intentar llegar a un acuerdo mínimo sobre lo que hay detrás de cada palabra. Hoy, el término cultura engloba tanto las más distinguidas creaciones de espíritu como un producto de consumo sin el menor valor artístico-intelectual". Ridao señala que lo importante "es que sea posible alcanzar un acuerdo de consenso", y es una actitud "distinta para la diplomacia de nuestro país, pues el anterior Ejecutivo mantenía una gran desconfianza respecto a los foros multilaterales".

Las discusiones, que son presididas por la delegación surafricana, deberían evitar la exigencia de la unanimidad para la adopción de acuerdos en materia cultural, pero deberían también conceder un margen amplio a la excepcionalidad, tal y como en su día se obtuvo para la directiva conocida como de televisión sin fronteras, que, sin imponer una norma a todo el mundo, no impedía que ciertos países la adoptasen. "El convenio que ha de salir de ese debate de la Unesco no puede ir contra nada ni contra nadie, sino que ha de complementar acuerdos ya existentes", opina Ridao.

Francia y Estados Unidos

La posición francesa ha estado y está muy determinada por su voluntad de defender una importante industria audiovisual, una industria que, además, garantiza un mínimo de variedad lingüística y cultural, pues, si bien Francia es coproductora de ficciones cinematográficas o televisivas africanas, asiáticas, eslavas o latinoamericanas, lo es sin imponer en ningún caso ni el idioma ni el reparto, como sí hace, en cambio, casi siempre Estados Unidos.

Pero la diversidad cultural no se reduce al cine, la televisión o la música, sectores cuyas industrias ya tienden, por su propio coste y necesidad de amortización, a la concentración. Durante los primeros tres días, las delegaciones discutirán y modificarán un documento de trabajo preparado por expertos -antropólogos, historiadores, economistas- de la propia Unesco.

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