Nueva política exterior
Mal vamos si la nueva política exterior va a consistir, como ha hecho Zapatero desde Túnez, en invitar a otros países a seguir el ejemplo español de retirar cuanto antes sus tropas de Irak para abrir "una expectativa más favorable". Democratizar Irak y evitar que se hunda en un desastre todavía mayor interesa en estos momentos a todos. Y no parece que el problema que ha creado la torpe gestión del equipo de Bush vaya a resolverse mediante una retirada en tropel, sin calendario ni negociaciones. Tampoco las declaraciones de Zapatero contribuyen a crear una "relación sólida con Estados Unidos"
, que el presidente del Gobierno ha esbozado como una de las prioridades en la tercera conferencia de embajadores españoles celebrada en Madrid. Tampoco el momento parece el mejor, cuando los secuestradores de dos cooperantes italianas exigen a Berlusconi que retire sus fuerzas. Que Zapatero retirara las tropas españolas en cumplimiento de un compromiso electoral merece respeto. Pero algo distinto en política exterior son los consejos a terceros, que fácilmente se convierten en meteduras de pata que suelen pasar factura.
Este mal paso contrasta con el acierto, formalizado ayer por el Consejo de Ministros, de enviar 200 efectivos a Haití, en misión primordialmente de orden público, junto a un batallón marroquí. Es un compromiso con los procesos de paz y algo más que un gesto cargado de simbolismo. La nueva política exterior tendrá otro acto litúrgico el lunes con la reunión en Madrid de Zapatero, Chirac y Schröder, algo positivo en la recuperación de un papel central en Europa, tras el quiebro que supuso la política de Aznar.
La reunión de embajadores habrá servido para que accedan a las explicaciones sobre la nueva política exterior de boca de sus responsables, se coordinen mejor y redoblen su contacto con la sociedad civil. Las prioridades expresadas por el presidente del Gobierno resultan razonables: lucha contra el terrorismo, Europa, Iberoamérica, Mediterráneo, EE UU y la cooperación al desarrollo con un énfasis especial en África. Pero estas intenciones necesitan los correspondientes medios humanos y presupuestarios. Y la dotación a este respecto dista mucho de la que tienen países de nuestro entorno.
Añadir el término Cooperación al Ministerio de Asuntos Exteriores quedará en mero formalismo si no se incrementan significativamente las partidas de ayuda al desarrollo, a las que actualmente se dedica en torno al 0,3% del PIB. Cumplir el compromiso socialista de llegar al 0,5% en esta legislatura, y posteriormente al famoso 0,7%, requiere dedicarle más desde los próximos presupuestos generales. Las palabras no bastan para colmar la distancia entre las ambiciones y los medios. A veces, incluso la aumentan.
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