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Reportaje:TERCER ANIVERSARIO DEL 11-S

Preguntas (y algunas respuestas) del 11-S

El informe de la Comisión que investigó los atentados ha vendido más de un millón de ejemplares

"Estamos volando bajo. Estamos volando muy, muy bajo. Volamos demasiado bajo. Dios mío, estamos volando demasiado bajo". Amy Sweeney era azafata en el vuelo 11 de American Airlines que tenía previsto ir de Boston a Los Angeles el 11 de septiembre de 2001.

El Boeing 767 despegó a las 7.59 de la mañana. Dentro iban 81 pasajeros, pero cinco eran terroristas suicidas, entre ellos el responsable de la operación, Mohamed Atta. A las 8.46, cuando Amy Sweeney hablaba por teléfono con Michael Woodward, un responsable de la línea aérea, el avión se estrelló contra una de las Torres Gemelas.

La reconstrucción de los últimos minutos del vuelo 11 y de los otros tres aviones secuestrados abre el informe de la comisión que investigó los atentados del 11-S. Las 567 páginas del libro -que ya ha vendido más de un millón de ejemplares y que se mantiene a la cabeza de las listas desde que se publicó, hace siete semanas- cuentan lo averiguado después de revisar más de 2,5 millones de páginas de documentos y de entrevistar a 1.200 personas en 10 países sobre el 11 de septiembre, "un día de sufrimiento y conmoción sin precedentes en la historia de EE UU".

El informe subraya la falta de atención de la Casa Blanca pese a las señales de peligro

"¿Cómo ocurrió todo, y qué se puede hacer para evitar que se repita una tragedia así?" La comisión, creada por el Congreso y la Casa Blanca, quiso responder a estas preguntas. El informe determina más bien lo obvio -que el sistema falló-, deja muchas preguntas sin contestar y disuelve las responsabilidades políticas, seguramente en aras de la unimidad alcanzada por los republicanos y demócratas de la comisión.

El relato arranca contando que Mohamed Atta fue seleccionado por un sistema de seguridad informático al abordar el vuelo que le llevaba a Boston desde Portland (Maine), a las 6 de la mañana. Las medidas especiales de seguridad requeridas por aquel sistema -el del mundo anterior al 11-S- exigieron simplemente que el equipaje de Atta no fuera introducido en el avión hasta no comprobar que él estaba dentro. Diez de los 19 secuestradores fueron seleccionados por el mismo sistema, por razones diferentes -desde la selección al azar hasta la ausencia de identificación con foto adecuada-, pero ninguno dejó de embarcar. Más guión de película que otra cosa, ahí está lo que se sabe de lo que pasó a bordo: los despegues, los acuchillamientos de pilotos, azafatas y pasajeros que se resistieron, los cambios de rumbo, la información de las conversaciones telefónicas de tripulación y pasajeros...

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En La batalla del vuelo 93 de United el drama es intenso. Gracias a un retraso en el despegue de más de 25 minutos, "al menos diez de los pasajeros y dos tripulantes" sabían lo que ya había ocurrido en las Torres Gemelas y en el Pentágono y entendieron que su vuelo estaba destinado a ser otro proyectil dirigido contra la Casa Blanca o el Capitolio. Los pasajeros votaron y decidieron luchar contra los terroristas. "Todo el mundo está corriendo hacia primera, me tengo que ir. Adiós", dijo la azafata Sandy Bradshaw a su marido por teléfono. Cuando estaban a punto de entrar en la cabina, el hombre que estaba a los mandos del avión decidió estrellarlo contra el suelo en Shanksville, Pennsilvania, al grito de "!Alá es el más grande, Alá es el más grande!"

A partir de este principio, la comisión -10 miembros al frente de un equipo de 80 personas- desgrana un relato minucioso del que se desprende rápidamente que "la nación no estaba preparada". Es evidente el desconcierto de los responsables de la aviación civil -que se enteran tarde y mal de los secuestros-, del mando de la defensa aérea -que duda de si se trata de algo real o ficticio, porque para ese día estaba previsto un ejercicio sobre un hipotético ataque de la antigua URSS- y de la Casa Blanca -con Bush en el Air Force One y el vicepresidente Cheney en el búnker-.

A partir de ahí se pasa a la historia del terrorismo y el contraterrorismo, los avisos de Al Qaeda, la construcción de la red y el planeamiento -incluida la información del FBI sobre la reunión en España entre Atta y Ramzi Binalshibh, otro miembro de la célula de Hamburgo-.

El informe subraya lo que ya se sabe de la falta de atención de la Casa Blanca de Bush ante la amenaza de Al Qaeda, a pesar de las señales de peligro que abundaban en los meses anteriores a los atentados. Por mencionar sólo dos ejemplos, está el informe del agente del FBI en Arizona que, en 2001, advierte de "la posibilidad de un esfuerzo coordinado por Osama Bin Laden" de enviar a EE UU gente que aprendiera a pilotar aviones.

El agente basaba su hipótesis en la cantidad de "individuos de interés investigativo" que iban a escuelas de vuelo en Arizona. Su informe con cuatro recomendaciones para recabar información de los individuos y las escuelas no llegó a ninguna parte.

También figura el caso de Zacarías Moussaoui, investigado por el FBI en Minneapolis desde el 15 de agosto de 2001 y sospechoso, para el agente que dirigía la investigación y que le había interrogado, de querer secuestrar un avión. Aunque estaba detenido, la burocracia y el temor a la insuficiencia de pruebas retrasaron la investigación y nadie conectó los puntos de la trama de lo que se sabía y sospechaba de él hasta que fue demasiado tarde.

Los relatos de "horror y heroísmo" del 11-S, con increíble lujo de detalles, las guerras de Afganistán e Irak, las reflexiones sobre la estrategia global antiterrorista y las 41 recomendaciones ponen punto final al informe, obra de mérito con muchas preguntas aún sin despejar.

Y con una contradicción básica: la unanimidad con la que la Comisión coincidió en que la tragedia fue inevitable choca de frente con la propia investigación de todas las cosas que se podrían haber hecho, y no se hicieron, para haberla evitado.

Las Torres Gemelas arden el 11 de septiembre de 2001. En primer plano, el Empire State Building.

 / ASSOCIATED PRESS
Las Torres Gemelas arden el 11 de septiembre de 2001. En primer plano, el Empire State Building. / ASSOCIATED PRESS

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