EE UU culpa de la tragedia a los terroristas y la UE "comprende el dilema" de Putin
Unicef califica de "inaceptable, incomprensible e inconsciente" el ataque contra los niños
El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, dejó bien claro el reparto de culpas que hace la Administración estadounidense en la matanza de Osetia del Norte: "La responsabilidad por la trágica pérdida de vidas recae en los terroristas. EE UU está al lado de Rusia en nuestra lucha mundial contra el terrorismo". Más comedida, la Presidencia de la Unión Europea dijo "lamentar" que no se hubiera podido encontrar una salida pacífica, pero a renglón seguido aseguró "comprender el dilema" de las autoridades rusas. Unicef calificó el ataque de "inaceptable, incomprensible e inconsciente".
Las declaraciones oficiales de la Casa Blanca y el Departamento de Estado condenaron la "bárbara" toma de rehenes y atribuyeron a "los terroristas" toda la responsabilidad de la pérdida de vidas a raíz de la intervención de las tropas rusas. Éste es otro "macabro recordatorio" de la amenaza terrorista al "mundo civilizado", sentenció el presidente George W. Bush.
El secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, trasladó a las autoridades rusas su "profundo pesar" por las víctimas en una conversación con el ministro de Defensa, Serguei Ivanov. Su comunicado asegura que la Alianza "continuará colaborando con Rusia para combatir esta amenaza". Desde Naciones Unidas, el secretario general, Kofi Annan, reiteró "su condena a todos los actos terroristas".
Por su parte, la directora ejecutiva del fondo para la infancia Unicef, Carol Bellamy, tachó el ataque contra los niños de "inaceptable, incomprensible e inconsciente".
La noticia del asalto de las tropas rusas sorprendió a los ministros de Exteriores de los 25 países miembros de la UE en la apertura de una reunión informal organizada en el Castillo de St. Gerlach, al sur de Holanda. El seguimiento puntual de los acontecimientos trastocó por completo la agenda del encuentro, mientras se sucedían las declaraciones de preocupación y condena. "Si es una repetición de lo ocurrido en Moscú sería terrible", aventuró en un primer momento el representante lituano, Antanas Valionis, en alusión al desenlace del secuestro del teatro Dubrovka, en 2002.
El presidente del Consejo de la UE y ministro holandés de Exteriores, Bernard Bot, lamentó más tarde que la crisis de los rehenes "no haya podido resolverse pacíficamente", aunque dijo comprender la "dificultad del dilema al que se enfrentaba el Gobierno ruso". Bot consideró todavía "prematuro" pronunciarse sobre su actuación. A lo largo de la tarde se precipitaron las reacciones de la Comisión y Parlamento Europeo y los Gobiernos de los 25. Romano Prodi declaró que "la matanza de esta gente inocente es un vil y despreciable acto de barbarie". El presidente de la cámara, José Borrell, denunció la "locura asesina" de "las personas que toman como rehenes a niños, es decir la inocencia misma". "No merecen el nombre de seres humanos", afirmó.
El canciller alemán, Gerhard Schröeder, y su ministro de Exteriores, Joschka Fischer, calificaron la toma de rehenes de "crimen repugnante". Reacciones de condolencia y solidaridad llegaron de Italia, Portugal, Grecia, Holanda, Dinamarca, Noruega, Hungría, Francia y Reino Unido. Suecia subrayó que su condena de la acción terrorista es independiente de su posición crítica con la guerra de Chechenia. El primer ministro finlandés, Matti Vanhanen, añadió que, aunque "no hay soluciones fáciles", "la responsabilidad de la seguridad en un país corresponde al Gobierno de ese país". También crítico, el primer ministro polaco, Marek Belka, dijo estar "sorprendido e indignado" por la manera en que las fuerzas rusas habían lanzado el asalto.
En el entorno de la antigua URSS, el presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, calificó el secuestro de "gran tragedia", y el Gobierno de Ucrania procedió a reforzar las medidas de seguridad en su frontera con Rusia. Desde el mundo árabe llegó la "simpatía" hacia el pueblo ruso del presidente egipcio, Hosni Mubarak, y la calificación de los secuestradores como "criminales" por parte del imam de la mezquita egipcia de Al Azhar, máxima autoridad del islam suní, el jeque Mohamed Sayed Tantaui. El Vaticano y gobiernos de países tan diversos como Israel, Venezuela, Chile o Canadá quisieron también sumarse a la condena.
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