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El segundo ultimátum a Francia vence sin noticias de los periodistas secuestrados

La prensa de París cree que los captores están manejados por un dirigente de Al Qaeda

El segundo ultimátum de los secuestradores de dos periodistas franceses venció anoche en medio de los esfuerzos de las fuerzas vivas de Francia, orquestados por el presidente, Jacques Chirac. Durante toda la jornada, el Gobierno se movilizó con el objetivo de evitar la muerte de los reporteros secuestrados, pero también de reducir los riesgos de enfrentamiento con los cinco millones de personas de la comunidad musulmana francesa. Al cierre de esta edición no se había confirmado aún la liberación de los dos periodistas franceses, anunciada horas antes por la cadena de televisión Al Arabiya.

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Durante una conferencia de prensa celebrada en Bagdad, un comité de ulemas advirtió de un posible desenlace dramático. Varios periodistas franceses enviados a Irak creen saber que el Ejército Islámico de Irak, el grupo que se atribuye el secuestro de sus dos colegas, está manejado por un dirigente de Al Qaeda, razón por la que escapa a la influencia de los clérigos de Irak. El Gobierno de París lucha no sólo por sus secuestrados, sino para evitar las consecuencias de un éxito político del terrorismo: la comunidad musulmana de Francia, unos cinco millones de personas, la más importante de Europa, se verá en dificultades de convivencia cada vez mayores, si los franceses son el blanco del terrorismo islamista.

El líder ultraderechista Jean-Marie Le Pen ya rompió ayer el clima de consenso político general, apuntando de nuevo contra la existencia de "millones de inmigrantes musulmanes" en el país, que ha obligado a "ocultar el problema del peso de la inmigración" votando "esa ley irrisoria contra el velo en la escuela".

Para conjurar el peligro de choques internos, ayer continuó el despliegue de imágenes en televisión del viaje del ministro de Exteriores, Michel Barnier -recibido por el rey Abdalá de Jordania-, y de una pléyade de personalidades islamistas pidiendo la libertad de los secuestrados. A ello se añaden los guiños a la opinión pública sobre el uso de todos los recursos posibles: tal parece el cometido del general Philippe Rondot, sacado de su retiro como experto de los servicios secretos y enviado a Irak con la esperanza de que emule hazañas como la detención de Carlos, el Chacal, en Sudán, en 1994, o la liberación de rehenes franceses en Líbano, en 1986.

El ministro del Interior, Dominique de Villepin, ha afirmado la discutida autoridad del Consejo del Culto Musulmán, cuyo presidente, el moderado Dalil Boubaker se ha convertido ahora en la voz pública que reclama respeto a la vida de los secuestrados.

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Imagen de los cadáveres de los 12 trabajadores nepalíes asesinados en Irak difundida por los secuestradores.
Imagen de los cadáveres de los 12 trabajadores nepalíes asesinados en Irak difundida por los secuestradores.EFE

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