Hamás causa 16 muertos en Israel con dos atentados suicidas simultáneos
El Gobierno israelí defiende la utilidad del muro de separación para combatir el terrorismo
Un doble atentado suicida en Beersheva, una ciudad del sur israelí, se saldó ayer con un balance provisional de 16 muertos, uno de ellos un niño de tres años, y 91 heridos, 5 en estado crítico y 10 graves, en el primer atentado en autobuses de línea que se produce en esta localidad y que fue reivindicado por Hamás. Faltaban 10 minutos para las tres de la tarde hora local (13.50 en España) cuando dos autobuses explotaban casi en cadena y a poca distancia el uno del otro, el primero cerca del Ayuntamiento y el segundo próximo al hospital Soroka, el más importante de la región.
Las investigaciones desvelaron que ambos vehículos salieron de la estación central de autobuses con sendos suicidas a bordo, que activaron las cargas explosivas adosadas a su cuerpo de forma coordinada, y que llegaron a la ciudad del desierto del Neguev a través de Hebrón, la única región donde todavía no existe el muro. Este hecho fue rápidamente aprovechado por el ministro de Seguridad Interior, Tsaji Hanegbi, y por el ministro de Exteriores, Silvam Shalom, para hablar de la necesidad de la barrera de separación. Hanegbi señaló que allá "donde existe el muro no se producen ataques y donde no existe la barrera de separación, los hay", a lo que Shalom añadió que es necesario seguir construyendo el muro "para reducir los atentados a cero".
El segundo de los autobuses iba conducido por Jacob Cohen, que vio cómo el vehículo que lo precedía quedaba envuelto en llamas con todos sus pasajeros dentro. Entonces, tuvo una suerte de "premonición" y sólo pensó en acabar con aquello. "Conduje unos 10 metros y abrí las puertas. Creo que al menos 10 o 15 personas lograron salir de mi autobús. De repente oí una gran explosión", dice Cohen mientras se recupera de sus heridas en el hospital de Soroka.
Otro de los heridos, Eli Oren, de 50 años, explicaba a la televisión israelí: "Fui lanzado al aire por la deflagración y todo lo que atiné a ver era rojo". Los testimonios de este atentado, reivindicado por los batallones de Izadín al Kasam, brazo armado del grupo Hamás, intentaban explicar el antes y el durante de un nuevo atentado que quiebra la calma de estos últimos cinco meses, donde no hubo ningún ataque en suelo israelí. El último de ellos se produjo el 14 de marzo en el estratégico puerto hebreo de Ashdod y se saldó con 11 muertos.
En el comunicado, el grupo islámico, concretamente la facción de Hebrón, señaló que el ataque es "justa venganza" por el asesinato del jeque Ahmed Yasín, el 22 de marzo, y de su sucesor Abdel Aziz Rantisi, el 18 de abril, y añadió que se trataba de un "regalo" a los prisioneros palestinos en huelga de hambre desde el pasado 15 de agosto.
"Reacción natural"
Otras organizaciones de resistencia como la Yihad Islámica y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa aplaudieron la acción, que fue catalogada por varios portavoces en la franja de Gaza como "una reacción natural a las prácticas del Ejército israelí contra los palestinos en Cisjordania y la franja de Gaza". Poco después del atentado, el Ejército israelí rodeó la casa de Ahmed al Kawasma, uno de los suicidas, y cerró la zona al tráfico mientras efectuaba búsquedas.
La Autoridad Nacional Palestina se apresuró a condenar el atentado en boca del ministro de negociaciones palestino, Saeb Erekat, y del primer ministro, Ahmed Qurei, que se encontraba en Alejandría. "Condenamos cualquier ataque perpetrado contra civiles, sean palestinos o israelíes", decía el comunicado de la oficina de Qurei. Y exigió el fin de estos ataques "porque conceden a Israel una excusa para continuar con los asesinatos, eliminaciones, incursiones, ataques contra civiles, la construcción del muro y de asentamientos".
Para Yaacov Turner, alcalde de Bersheeva, fue una sorpresa ver convertido en objetivo a esta ciudad del sur israelí, habitada por 200.000 personas, el 45% de origen ruso. Turner señaló que no tenían el "menor indicio" que les hiciera pensar en un atentado. No obstante, no es el primer ataque en la ciudad, ya que hace dos años una agresión palestina contra un comando militar causó la muerte de tres mujeres soldado.
Ariel Sharon señaló que proseguirá con su lucha contra el terrorismo con toda determinación, porque "ésa es la política de mi Gobierno y la mía propia". Pero continuará con su plan de retirada de Gaza, pese a la oposición firme de gran parte de su partido y de los miembros de la coalición, que vieron en el ataque de ayer el mejor de los pretextos para acosar a Sharon con sus críticas y acusarlo del baño de sangre de Bersheeva. Horas antes ya había mantenido una más que tensa reunión con sus correligionarios, a los que les impuso el plan de evacuación de Gaza.
"El plan se llevará a cabo y punto", advirtió un Sharon decidido a salvar de la quema su más ansiado proyecto de este año. Y es que lograr su aprobación podría garantizar a Israel los seis bloques de asentamientos más importantes de Cisjordania y estratégicos para la visión de Israel de Sharon. Fuentes cercanas a Sharon señalaron a Reuters que el halcón está decidido a aprobar la evacuación como sea y que su intención es comenzar con la retirada de los colonos a finales de enero de 2005.
La Unión Europea, EE UU y España hicieron llegar a Shalom su condena a los atentados.
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