El valor de la 'Y'
Leyendo la entrevista al consejero de Transportes publicada el domingo en su periódico lamento constatar que el narcisismo es una enfermedad contagiosa entre la clase política. Desconozco el origen, aunque lo presupongo divino, del asesor del consejero que susurra a su oído las inversiones estratégicas a realizar en Euskadi; de lo que no me cabe duda es de que Amann vive en el limbo de los dioses.
Aunque la realidad muestra que ningún tren de mercancías circula por la red española de alta velocidad (de la que forma parte la Y), entre otras cosas porque es técnicamente imposible, ni siquiera se sonroja al afirmar que "el valor de la Y reside en que solucionará el transporte de mercancías." Además, dice que la Y será buena para el medio ambiente porque ahorrará emisiones contaminantes de la carretera, olvidándose del enorme impacto ecológico que supone taladrar gran parte de los montes de Euskadi. Y, por último, y a pesar de haber reiterado en el pasado que la Y tiene todas las rentabilidades habidas y por haber es ahora cuando se va a elaborar un informe sobre su (positivo, por su-puesto) impacto económico.
En definitiva, y volviendo al título de la entrevista, si el valor del Y es la solución al transporte de mercancías, pero no va a llevar mercancías, ¿cuál es el valor de la Y, señor Amann? No sé, empiezo a sospechar que el asesor secreto de este hombre es o bien Narciso o bien Dragados y Construcciones.