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El presidente no crea empleo

Bush va camino de ser el peor líder de EE UU en materia laboral desde la depresión

La historia está a punto de repetirse 72 años después. El presidente George W. Bush corre el riesgo de cerrar sus cuatro años de mandato con una tasa de empleo inferior a la del día en que tomó posesión. No se veía una situación similar desde la gran depresión, en 1932, y la presidencia de Herbert Hoover.

El empleo es el punto débil de la gestión económica republicana, junto al deterioro de las finanzas públicas. A pesar del alto crecimiento económico registrado en los últimos cuatro años, el paro afecta en la actualidad a 8,2 millones de estadounidenses, el 5,5% de la población activa. En el arranque del mandato de Bush se destruyeron más de 2,5 millones de puestos de trabajo por la recesión. La Casa Blanca está a medio camino de integrar a esas personas que se quedaron en paro, y el Departamento de Trabajo calcula que se han recuperado 1,25 millones de empleos, pero si se toma como referencia el último mes de la recesión -noviembre de 2001- sólo se recuperaron 69.000 empleos.

Es la peor reactivación laboral tras una crisis desde el final de la II Guerra Mundial. Y a la Casa Blanca se le trastocan los cálculos porque hace un año contaba con volver a la situación anterior a la crisis antes de las elecciones. Hoy, a menos de 100 días de las presidenciales, Bush tiene en su haber una destrucción neta de 1,12 millones de empleos.

El discurso de la Administración, a pesar de todo, se basa en la fortaleza de la recuperación tras la crisis. El pasado viernes, tras publicarse el dato de empleo de julio, Bush dijo que "el crecimiento económico es fuerte y se está haciendo más fuerte", mientras las bolsas del mundo caían en picado tras conocerse que la mayor potencia económica del mundo había creado sólo 32.000 empleos, frente a los 215.000 que esperaba Wall Street. El problema está en el centro de la batalla por las presidenciales. Para que Bush pudiera justificar su optimismo, la economía debería generar 234.000 nuevos empleos al mes (para volver a la situación anterior a la crisis). Antes de saberse el dato de julio, ese listón estaba en 190.000 empleos.

Bush asegura que las políticas en curso permitirán crear nuevos puestos de trabajo. John Kerry, su rival demócrata, ridiculiza ese discurso recordando que va a ser el primer presidente en registrar el peor récord en empleo desde la gran depresión.

La anémica situación laboral se explica en gran parte por las altas tasas de productividad. Los empresarios acuden a las nuevas tecnologías para mejorar el rendimiento de la producción. A esto se le suma el incremento del precio de las materias primas y de la energía, lo que obliga a compensar los costes por la vía de la contención en la contratación. Es un problema añadido para Bush, porque Estados cruciales para su reelección como Ohio, Michigan y Pennsylvania atraviesan serios problemas económicos y registran las mayores tasas de desempleo. Aunque los buenos resultados en el mercado laboral no son garantía para ganar las elecciones. Jimmy Carter, en 1980, las perdió después de crear 10 millones de empleos. Y Bush padre perdió en 1992 tras crear 2,5 millones de empleos.º

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