Los 'marines' cercan los lugares sagrados de Nayaf para acabar con la revuelta
Soldados de EE UU y fuerzas iraquíes buscan al clérigo rebelde Múqtada al Sáder
El asalto a Nayaf se desató ayer a primera hora de la mañana sin prisa, pero sin pausa. 2.000 marines de EE UU, apoyados por policías y la Guardia Nacional iraquí, cercaron los santos lugares del chiísmo con el fin de aislar a los insurrectos del Ejército del Mahdi, quienes, según los mandos militares y el Gobierno del primer ministro, Ayad Alaui, se refugian en el recinto del mausoleo de Alí. Sea por las discrepancias en el seno del Ejecutivo o por los llamamientos de dirigentes políticos y religiosos a respetar el santuario, los militares se mostraron prudentes.
Unos 2.000 soldados norteamericanos, respaldados por 1.800 policías y miembros de la Guardia Nacional iraquí, comenzaron a penetrar en el centro de la ciudad santa a las 7.00 (dos horas menos en la España peninsular) en busca de milicianos y de su jefe, Múqtada al Sáder, cuya casa fue registrada por marines, que la encontraron vacía.
El portavoz del 4º Regimiento de Marines, David Hohalan, aseguró: "Hemos empezado la mayor operación para destruir a la milicia". Inmediatamente se desataron los combates en el centro de Nayaf y en el enorme cementerio Wadi al Salam (El Valle de la Paz), también lugar venerado por los chiíes. Las televisiones árabes mostraban imágenes con densas columnas de humo sobre el camposanto.
Luchaban ayer, víspera del día santo de los musulmanes, contra las tropas de EE UU unos 2.000 insurrectos del Ejército del Mahdi, la fiel milicia del clérigo extremista, que encabeza la segunda revuelta chií, que se desató el 5 de agosto. Según dijo a Reuters Ahmed al Shibani, portavoz de Al Sáder, éste "supervisa las operaciones militares". "La moral de nuestros luchadores es muy alta. Hemos peleado con EE UU durante una semana. Continuaremos haciéndolo. Estamos preparados para repeler el ataque", añadió.
Los militares estadounidenses advertían a la población de que la ofensiva tenía el propósito de "limpiar" de rebeldes el centro de la ciudad. Testigos citados por Reuters aseguraban que miles de lugareños abandonaban la ciudad con cualquier medio posible.
Alrededor del mediodía, a sólo 500 metros del santuario, los tanques bloquearon todas las calles que dan acceso al mausoleo de Alí, mientras aviones de combate y helicópteros Apache bombardeaban el cementerio. "Las operaciones se han diseñado para restringir el movimiento de las fuerzas de Al Sáder en Nayaf y Kufa y para aislarles en sus mezquitas, que utilizan como base de operaciones. El uso de los santuarios como escudos protectores puede provocar que se dañen los santos lugares", afirmó el general Erv Lessel.
A pesar de lo imparable del avance, los marines no se emplearon con excesiva agresividad. La simple presencia en suelo de la ciudad santa de uniformados norteamericanos supone una ofensa para muchos chiíes. Y qué decir si se hubieran adentrado en el recinto del santuario del primer imán del chiísmo. De ahí la prudencia. "La operación se hace con la estricta conformidad del primer ministro", señaló Lessel. El portavoz del Ministerio del Interior, Sabah Sadim, hacía especial hincapié en que los militares de EE UU no serían la punta de lanza que desalojaría a los insurgentes de los santuarios: "Existen instrucciones estrictas de que sólo las fuerzas iraquíes entrarán en los sagrados lugares". "Las operaciones de limpieza no incluyen los recintos sagrados", comentó Lessel. No obstante, Sadim tampoco quiso dar esperanza alguna a los insurgentes: "Queremos desarmar a las milicias que impiden a la gente visitar los santos lugares. Vamos a terminar con este problema de una vez".
Tal vez por las disensiones en el Gobierno interino iraquí sobre la operación militar en Nayaf -el viceprimer ministro, Ibrahim al Yafari, ha rechazado sin ambages la participación de los estadounidenses- y por los continuos llamamientos de líderes políticos y religiosos, los soldados y policías no se emplearon con todo su potencial. Un portavoz de Alí al Sistani, el gran ayatolá hospitalizado en Londres, que destaca por su moderación, aseguró desde el Reino Unido que "una solución militar no resolverá nada".
A primera hora de la tarde, el consejero de Seguridad Nacional, Muafak el Rubai, viajó a Nayaf para ofrecer de nuevo a Al Sáder que deponga las armas y se incorpore al proceso político, algo que ha rechazado ya en varias ocasiones. El Ejecutivo del primer ministro, el chií Ayad Alaui, mantenía entonces una reunión de urgencia, al tiempo que los marines entablaban combates con los milicianos.
El ministro de Estado, Kassem Daud, leyó por la tarde en Bagdad, en conferencia de prensa, un comunicado en nombre de Alaui en el que exigió por enésima vez a los rebeldes que se rindan y abandonen Nayaf. "Este Gobierno llama a que entreguen las armas y se unan de nuevo a la sociedad. Deben abandonar los santos lugares y no violar su santidad. El proceso político está abierto a todos". El ministro del Interior, Falah al Naqib, aseguró que "fuerzas extranjeras han penetrado en el mausoleo". Y el ministro de Defensa, Hazem Shalam, también en la comparecencia pública, subrayó que "las operaciones militares continúan y continuarán hasta que evacuen el mausoleo de Alí".
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