Militares de EE UU denuncian que se les ordenó que no impidiesen torturas
Durante una patrulla rutinaria, un soldado de la Guardia Nacional de Oregón, observando a través de la mirilla telescópica de su rifle, vio el 29 de junio, un día después del traspaso de poder al Gobierno provisional, lo que creía que eran torturas a prisioneros en un descampado dentro del recinto del Ministerio del Interior iraquí en Bagdad.
Una patrulla de la Guardia Nacional irrumpió en el edificio y los soldados detuvieron a los guardias iraquíes, se incautaron de diferentes instrumentos de tortura (porras, productos químicos, cables eléctricos) y recogieron testimonios estremecedores de alguno de las varias docenas de prisioneros. Cuando se pusieron en contacto con sus superiores recibieron una orden tajante: no intervenir, devolver los prisioneros a sus captores y abandonar el lugar de los hechos.
The Oregonian, un diario de la Costa Oeste de EE UU, ha difundido un relato pormenorizado de lo ocurrido, basado en los testimonios de varios soldados, acompañado de una serie de 23 fotografías con evidencias de las torturas, algunas de ellas extremadamente gráficas. El reportero de este diario Mike Francis estuvo empotrado con el batallón de la Guardia Nacional de Oregón en Bagdad durante el mes de julio y fue el que obtuvo las imágenes, proporcionadas por los reservistas destinados en Irak, así como las imágenes que tomaron los soldados de las palizas y de las víctimas, entre ellas un muchacho de 14 años con hematomas recientes causados por golpes. Se trata del primer caso documentado de una violación de los derechos humanos por parte de funcionarios del Gobierno interino iraquí.
La Embajada de Estados Unidos en Irak reconoció el incidente del 29 de junio, aunque no quiso hacer pública la respuesta que recibió por parte de las autoridades iraquíes durante un encuentro entre altos funcionarios del Ministerio del Interior y James Jeffrey, el número dos de la representación de Washington en Bagdad. "Es inapropiado discutir en público detalles de estas conversaciones diplomáticas confidenciales", dijo la embajada, siempre según el relato de The Oregonian.
El teniente coronel Daniel Hendrickson, un oficial de policía nacido en Albany, Oregón, estaba al mando de la patrulla que irrumpió en el ministerio. Además de las palizas -alguna de las cuales fueron fotografiadas a través de la mira telescópica-, los detenidos relataron que, desde hace tres días, no habían recibido ni alimentos ni agua.
Tras ordenar desarmar a los guardias y atender a los presos, Hendrickson se puso en contacto con sus superiores por radio. La respuesta obtenida "frustró y encolerizó", según el diario, a los miembros de la Guardia Nacional: debían devolver los prisioneros a sus captores y abandonar el ministerio.
El capitán Jarrell Southall entregó a The Oregonian un relato escrito de los hechos, que fue corroborado por otros soldados presentes, que no quisieron ser citados por sus nombres. "Algunos prisioneros apenas podían hablar", relató Southall, quien dijo que había unos 78 presos. "Un policía iraquí nos dijo que no había abusos, que todo estaba bajo control y que estaba intentando llevar a cabo 150 investigaciones diferentes al mismo tiempo", agregó.
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