El Gobierno iraquí fracasa en su intento de negociar con el líder de la milicia chií
El primer ministro Alaui se reúne en Nayaf con Al Sáder para exigirle que deponga las armas
El primer ministro iraquí, Ayad Alaui, fracasó ayer en su intento personal de negociar con el clérigo radical chií Múqtada al Sáder la entrega de las armas y el final de los combates, que ayer continuaron y que han causado cientos de muertos entre sus leales en los tres últimos días en Irak. El jefe del Ejecutivo interino viajó por la mañana a la ciudad santa de Nayaf para reunirse con el gobernador local y con el líder chií. "No hay negociación con cualquier milicia que porte armas en Irak", advirtió el gobernante tras la reunión.
"Sólo intenta pescar en aguas revueltas. El Gobierno iraquí actúa con una política de doble rasero", aseguró el portavoz de Al Sáder a la cadena de televisión Al Yazira.
La zanahoria -el ofrecimiento de Alaui realizado el sábado para que Al Sáder se incorpore al proceso político y las declaraciones del gobernante en las que aseguraba que detrás de la revuelta de Nayaf están individuos que utilizan el nombre del líder chií- no ha sido suficiente para convencer a Al Sáder de que su milicia, el Ejército del Mahdi, deponga las armas. Y el palo llegó sin demora: dos helicópteros de EE UU atacaron ayer por la tarde posiciones de los insurgentes en el cementerio de la ciudad santa, santuario de los chiíes.
El ultimátum de 24 horas lanzado el sábado por el gobernador de Nayaf, Adnan Zureifi, para que los rebeldes depusieran las armas no arredró a los fieles seguidores del joven líder religioso. Durante la madrugada y la mañana de ayer los choques armados, aunque esporádicos, no se detuvieron. Incluso cuando el propio Alaui se encontraba en la ciudad los milicianos controlaban armados las calles de la ciudad y muchos se refugiaron en el cementerio. Y, según Reuters, colocaron minas en los alrededores del mausoleo de Alí, fundador del chiísmo en el siglo VII.
Deponer las armas
La reunión entre Alaui -que viajó acompañado por su ministro de Defensa, Hazem Shaalam, y por el titular de Interior, Falah al Naqib- y Al Sáder se prolongó durante casi dos horas, según el portavoz del clérigo, Hazin al Azari, y concluyó sin fruto alguno. "No hay negociación con cualquier milicia que porte armas en Irak y contra el pueblo de Irak. Esperamos que esto termine tan pronto como sea posible. Creo que los hombres armados deben abandonar la ciudad rápidamente, deponer las armas y someterse a la ley", declaró el primer ministro, quien no aludió a su reunión con el clérigo. El portavoz de éste se mostró también contundente. "Ayer, Alaui pidió a Al Sáder que participe en el proceso político. Hoy, que desarmemos a nuestra milicia. Sólo intenta pescar en aguas revueltas. El Gobierno actúa con una política de doble rasero", afirmó Al Azari.
La situación difícilmente puede ser más grave. Un grupo de 30 clérigos chiíes pidió al Ejecutivo que "se esfuerce al máximo para contener la situación", informa Efe. Temen que se repitan los enfrentamientos que dejaron centenares de cadáveres de miembros del Ejército del Mahdi durante la revuelta de la pasada primavera. No obstante, el portavoz de Al Sáder aseguró ayer que la Marjaiya, máxima instancia religiosa chii, no les ha reclamado el desarme que exige el Gobierno. El mando militar de EE UU informó ayer de que 5.500 marines han cercado Nayaf.
Y mientras, el reguero de víctimas mortales no para de crecer. El traspaso de poderes, efectuado el pasado 28 de junio por EE UU al Gobierno interino, no ha provocado descenso alguno de la violencia. Entre las nueve de la mañana del sábado y la misma hora del domingo, 22 rebeldes murieron en Ciudad Sáder, un populoso barrio chií de Bagdad. En Nayaf fallecieron otros 21 miembros del Ejército del Mahdi, aunque el Ministerio de Salud informó de que algunos cuerpos no se habían podido recoger porque los combates no lo permitían. En Bagdad se registraron anoche dos fuertes explosiones, causadas por disparos de mortero y que acabaron con la vida de un niño de 10 años, además de herir a 16 personas. Tampoco desde la transferencia de poderes ha mejorado la situación para las tropas norteamericanas. Si en junio el número de bajas mortales sufridas se situó en 42 soldados, en julio perdieron la vida 54 militares de EE UU.
Ayer, en Kerbala, al sur de Bagdad, fue secuestrado un diplomático iraní. Sus captores, autodenominados Ejército Islámico de Irak, acusaron a Fereidu Jahani de alentar actos violentos de grupos sectarios. El Gobierno iraní confirmó el secuestro de su funcionario. Por otro lado, la justicia iraquí ordenó ayer la detención del líder chií,
Ahmed Chalabi, el hombre elegido por EE UU para dirigir el país y que luego cayó en desgracia.
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