Un hospital desbordado
El hospital Al Hakim de Nayaf está totalmente desbordado por la llegada continua de muertos y heridos desde las zonas de los combates que enfrentan desde hace cuatro días a las tropas norteamericanas y las fuerzas de seguridad iraquíes a los milicianos chiíes del clérigo radical Muqtáda al Sáder. El sábado, el balance de los combates ya ascendía al menos a 19 muertos y 71 heridos, según indicó un responsable del hospital, Husein Abdul Kadum.
"Estamos seguros de que hay todavía muchas más víctimas, muertos y heridos, que no pueden llegar hasta el hospital por los combates en el centro de la ciudad. Por eso, el balance de víctimas podría agravarse en breve", explica este hombre, que lleva una barba de varios días. "Aquí son todas víctimas civiles", asegura el responsable del hospital sin querer pronunciarse sobre la presencia entre las víctimas de combatientes del Ejército del Mahdi, los seguidores de Al Sáder.
Ambulancias atacadas
El médico jefe del hospital, Joad Kadum, aparentemente muy cansado, no ha dejado el lugar desde hace tres días. "Necesitamos muchas cosas aquí, pero el Ministerio nos ayuda", dice, sin dar más precisión. En el aparcamiento del hospital, a menudo, los cristales de las ambulancias están agujereados por los balazos. El mayor problema es que las ambulancias no pueden llegar hasta las zonas de combate, según Kadum. "Es muy peligroso para nuestros chóferes", subraya, mientras atiende las continuas quejas de la gente que entra en su despacho.
Las familias y la policía son casi los únicos que pueden llevar a los heridos o los cuerpos al hospital, asegura el médico. Un herido de gravedad llega justo en ese momento en un vehículo. Un joven médico del servicio de urgencias, visiblemente desbordado por la llegada de los pacientes, atiende a un nuevo herido, que yace en una cama llena de sangre. En la habitación vecina, otro hombre grita de dolor a la espera de que los médicos le den los primeros auxilios. Llevado por dos hombres, un tercer herido con el pie vendado por un simple pañuelo, es conducido rápidamente a urgencias.
Otros coches llegan. Uno deja un niño herido. Otro una nueva víctima de los combates. A la entrada del hospital, un ataúd entreabierto deja ver el cuerpo cubierto por una sábana. Algunos hombres, con rostro sombrío, vienen a preguntar por algún compañero. Una ambulancia entra en el recinto y descarga a otros heridos mientras un coche civil sale con un ataúd en el techo.
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