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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Presión sobre Sudán

En menos de 24 horas Sudán ha pasado del rechazo a la aceptación de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, votada el viernes, que amenaza con sanciones económicas y diplomáticas al régimen de Jartum si en un mes no detiene la orgía de limpieza étnica en Darfur que practican sus aliadas milicias árabes locales. El ultimátum, promovido por EE UU y suavizado en el último minuto, ha contado con 13 votos favorables y la abstención de China y Pakistán.

Pronto sabremos si se trata o no de una artimaña, aunque los antecedentes no son alentadores. El Gobierno sudanés ha venido negando sistemáticamente las matanzas de Darfur, una región en su frontera occidental del tamaño de Francia donde decenas de miles de personas han sido asesinadas por mercenarios nómadas -los yanyauid- con apoyo del Ejército, y más de un millón se han visto obligadas a huir, muchas de ellas al vecino Chad. Del genocidio dan cuenta el Congreso de EE UU, las organizaciones de ayuda sobre el terreno -que estiman en un millar los muertos diarios por hambre y enfermedades- y los escalofriantes testimonios de quienes sufren en su carne el terror de las milicias al servicio de Jartum. Como otras muchas veces desde la independencia, en 1956, del país más grande de África, habitado por centenares de tribus diferentes, en Darfur se trata de acabar con una población determinada. En este caso, agricultores sedentarios negros que apoyan desde hace año y medio a grupos rebeldes locales alzados contra la opresora élite arabomusulmana que controla Sudán, convaleciente de otra interminable y colosal guerra civil.

El presidente, Omar al Bachir, presenta la resolución del Consejo de Seguridad como un acto hostil impulsado por los enemigos de su régimen nacionalista e islamista. La Liga Árabe se ha sumado sin pudor a esta explotación del victimismo, asegurando que responde al antagonismo occidental contra Jartum, y hablaba esta semana de una "notable mejoría" en Darfur que hacía innecesaria la intervención de Naciones Unidas. Al Bachir sabe que es improbable una directa intervención armada occidental en un escenario tan vasto, remoto y hostil. Pero hay otras palancas, sobre todo económicas, que pueden ser utilizadas antes del recurso a la fuerza, incluido un despliegue de tropas de la Unión Africana. El mes de plazo dado al Gobierno sudanés para detener a sus mercenarios debe servir también al Consejo de Seguridad para articular planes eficaces si Jartum se resiste a parar el genocidio.

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