El futuro se decide en Gaza
La franja de Gaza, uno de los lugares con mayor densidad de habitantes del mundo, con una tasa de paro superior al 50% y una población encerrada en una tierra semidesértica junto al Mediterráneo de unos 40 kilómetros de largo por 10 de ancho, será desde finales de 2005 el principal laboratorio donde se decidirá cómo se conformará la sociedad palestina. El anuncio de la retirada total unilateral israelí para esa fecha ha disparado un proceso de lucha por el poder entre las diversas facciones palestinas que ya estaba en marcha desde que comenzó la segunda Intifada en septiembre de 2000.
Lo que comenzó como una disputa entre facciones por controlar sectores tanto del territorio como de la sociedad, ha derivado en una guerra semiabierta entre clanes policiales -en la que resultó asesinado, entre otros, Jalil al Zaben, un destacado periodista y, sobre todo, amigo de Arafat-, en los secuestros de responsables gubernativos y toma de edificios oficiales como los protagonizados por las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa y en la reivindicación abierta por parte de organizaciones como Hamás o Yihad Islámica de un papel activo en el Gobierno del territorio. Sus cartas de presentación: una mayor eficacia que la Autoridad Palestina (AP) tanto en la prestación de servicios a los palestinos como en la lucha contra los ocupantes israelíes. A este respecto, en la Franja se considera que los atentados suicidas -denominados "acciones de martirio"- más "eficaces", es decir, donde mueren un mayor número de israelíes son los perpetrados por Hamás.
Mientras los colaboradores de Arafat vienen del campo del marxismo, las direcciones de Hamás o Yihad no quieren saber nada de ideologías
El asesinato, el pasado marzo, del líder espiritual de Hamás, el jeque Ahmed Yassin, por parte del Ejército israelí, y la repetición del descabezamiento de la organización pocas semanas después con el asesinato de Abdelaziz Rantisi, han dado a Hamás una primacía ante la que Al Fatah, el movimiento liderado por Arafat que controla la AP, sólo ha podido hacer seguidismo. Una encuesta realizada en julio por el Centro Palestino de Política e Investigación estadística muestra que el 59% de los palestinos creen que se producirá un choque entre las diversas facciones palestinas tras la retirada israelí de Gaza y un 90% está convencido de que Hamás formará parte del Gobierno del territorio. Pocos días después de la publicación de la encuesta, miles de palestinos exigían en las calles de Gaza a Arafat que acabe con la corrupción, mientras milicianos enmascarados asaltaban la sede del Parlamento en la Franja.
Corrupción e ineficacia
Casi 40 años de ocupación y cuatro de segunda Intifada, o Intifada de Al Aqsa, han producido dos fenómenos relacionados entre sí. En primer lugar, los palestinos han dejado de confiar en una Administración incapaz de hacer frente a sus múltiples necesidades, que no puede responder de ninguna manera a las medidas adoptadas por Israel -Operación Escudo Defensivo en 2002 en Cisjordania, construcción del muro y Operación Arco Iris en Gaza este año, entre otras- y sobre la que pesan acusaciones de corrupción e ineficacia a todos los niveles. Además, el descontento con la AP no responde sólo a causas económicas. Según la organización Amnistía Internacional (AI), cientos de personas se encuentran encerradas en las cárceles palestinas sin cargo alguno o sin ser sometidas a juicio, entre ellas decenas de sospechosos de colaborar con los israelíes. Sobre éstos se cierne la amenaza de la pena de muerte. AI subraya que en muchos casos los procesos judiciales no reúnen las condiciones reconocidas internacionalmente. A esto hay que añadir la justicia que ejercen las organizaciones armadas, especialmente sobre las personas sospechosas de colaborar con los israelíes. En esos casos el secuestro o el asesinato en plena calle son algo corriente.
La percepción de que la fuerza de la AP se desmorona está en la calle, y a ello responde la toma de posiciones de grupos teóricamente leales a Arafat, como las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, que prefieren ponerse en primera fila en las denuncias contra la corrupción palestina -de la que dicen lucharán con tanto énfasis como contra "el enemigo israelí"- antes de ser arrastrados por el descrédito entre su propia gente.
En segundo lugar se está produciendo un relevo generacional, de medios y de objetivos. La vieja guardia palestina, encabezada por Arafat, se está viendo desbordada por una nueva generación de dirigentes que no quiere oír hablar de alto el fuego o negociaciones con Israel. Su objetivo, como proclaman una y otra vez las direcciones de Hamás o Yihad, no es la negociación, sino la destrucción de Israel, y el medio más efectivo y rápido es el terror. Estos nuevos movimientos se sienten respaldados por la población; de hecho, más del 80% de los habitantes de Cisjordania aprueba los atentados suicidas. Este relevo viene además montado sobre el caballo del islamismo. Mientras los colaboradores de Arafat vienen del campo del marxismo, las direcciones de Hamás o Yihad no quieren saber nada de ideologías, y aquí es donde están ganando, de largo, la partida, porque mientras Marx sólo ofrece consignas, Mahoma ofrece sanidad, escuelas y ayuda alimenticia gratis o a precios asequibles para la destruida economía familiar de los palestinos.
En Cisjordania serán los 370 kilómetros de muro y valla de metal los que marcarán el futuro de los palestinos. A pesar de las condenas internacionales, Israel prosigue con su construcción aduciendo que sólo la parte construida (aproximadamente un tercio) ya ha logrado que el número de atentados en territorio israelí caiga en un 80%, y aunque el Gobierno israelí repite una y otra vez que el muro se puede derribar en cualquier momento, los palestinos lo empiezan a ver como una realidad que estará ahí por mucho tiempo, tanto que Jordania ya ha avisado del peligro real de un flujo masivo de refugiados palestinos hacia su territorio procedentes de Cisjordania. El plan Sharon de retirada de Gaza contempla además la incorporación a Israel de varios enclaves que rodean Jerusalén por el este, lo que elevaría la presión sobre la población palestina -y no sólo musulmana, sino también cristiana en un porcentaje importante- de la Ciudad Santa.
Palestina
- Población: 2.895.983.
En Gaza, 1.200.000; en Cisjordania, 1.700.000. Palestinos
en el exilio: 1.900.000.
- Tasa de crecimiento: 3,8%.
- Economía. Principales clientes: Israel (96%), Jordania (2,4%), EAU (0,4%); principales suministradores: Israel (77,2%), Jordania (2,4%), Alemania (1,4%), China (1,4%).
- Tierra cultivable: 26%.
- Actual presidente
de la Autoridad Palestina:
Yasir Arafat.
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