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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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El festivalito

Es obra de un grupito de jóvenes canarios que andan por la treintena. Se les ve disfrutar como aquellos niños del maravilloso tren eléctrico que Orson Welles comparaba con el placer de hacer cine. Desde hace tres años organizan, con pocos medios, un originalísimo festival de cine al que modestamente llaman Festivalito, y con el que van abriendo ventanas a cineastas de edades diversas (este año, por ejemplo, desde el veterano Antonio Betancor hasta el novísimo Pablo Carbonell...). El invento es que cualquier invitado pueda hacer un cortometraje durante los días en que se celebra el Festivalito. La única condición es utilizar formato digital. ¡Guerra al sistema analógico tradicional! El último día (mañana sábado) se proyectarán todos los cortos, y el jurado pronunciará su veredicto.

El Festivalito de la isla de La Palma cree "en la revolución digital", "en una forma diferente de hacer y de ver el cine", en "un cine fresco, rebelde, inspirador", y en que "el cine es de todos y para todos". De ahí que las proyecciones se realicen en un volcán, en la playa, en las calles y plazas, y también, menos mal, en cómodos cines. Los invitados que acuden al Festivalito pueden ser reclutados para intervenir en cualquiera de los cortometrajes que se hayan puesto en marcha, o pueden proponer los suyos propios... Vaya, que vas a desayunar en el bar del hotel y te cae un papel. Pocos suelen escaparse del desafío de rodar (perdón, de grabar) durante la semana que dura la movida.

Es curioso que sean los propios invitados quienes tengan que fabricar las películas del programa. Es éste un festival en el que autores y público se entremezclan con energía creadora de manera insólita. Más que un festival, parece un laboratorio de experimentación. Una revolución democrática sólo posible a través del sistema digital. Hace dos días esto era impensable: ¿filmar -en celuloide-, revelar -en laboratorio- y montar -en moviola-, en tan pocos días y sólo con dos duros?

El digital es "un modo alternativo de hacer cine", ha reivindicado Juanma Bajo Ulloa al presentar en la Mostra de Valencia un premontaje de su película Frágil, que ha rodado en secreto y con bajo presupuesto, seguramente harto de sus habituales broncas con los productores, a los que no convencen sus osadías o terquedades. Frágil ha sido realizada, pues, en libertad total. Hubiera encontrado su horma en el Festivalito, en cuyos planteamientos se aboga por un "cine al desnudo: sin artificios, sin alfombras rojas, sin máscaras ni corazas", muy del gusto del inclasificable talento de Bajo Ulloa.

El año que viene el Festivalito quiere rendir homenaje a Arturo Ripstein, militante del rodaje digital desde hace ya varias películas. Mientras tanto, este año han dedicado ese espacio al colectivo francés Kourtrajme, en el que tres veinteañeros (uno de ellos, hijo de Costa Gavras) juran "no escribir un guión digno de ese nombre" ni "justificar la gratuidad de las escenas gratuitas", ni "dar sentido a las películas pero sí hacer películas para los sentidos". De todos modos, por lo visto en el Festivalito, más allá de las palabras, se acaban haciendo películas como las de todo el mundo. Por supuesto, en digital.

Juanma Bajo Ulloa.
Juanma Bajo Ulloa.
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