El diálogo sobre globalización concluye que la UE puede ser un modelo político

El funcionamiento y la nueva fisonomía del mundo en los próximos 30 años, marcado por el proceso de globalización, será dibujado, en buena medida, por el cariz que tome el desarrollo de la nueva Europa y su Constitución. Ésta es una de las conclusiones que se apuntaron ayer en la clausura del diálogo Globalización, identidad, diversidad, que se ha celebrado en el Fórum a lo largo de cuatro días.

En el acto de cierre, dirigido por el periodista Manuel Campo Vidal, participaron el ex presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, el ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol, el alcalde de Barcelona, Joan Clos, y el director del diálogo, Manuel Castells. Para resumir el encuentro, Castells señaló que la globalización no acarrea una homogeneización cultural, sino que, al contrario, empuja a la diversidad. También explicó que los fundamentalismos -sean religiosos, políticos o culturales- pueden ser el peligros de las respuestas identitarias a la mundialización.

La noción de entendimiento entre naciones y culturas es clave también para el ex presidente Pujol, que se refirió a la globalización como un proceso en general positivo siempre que respete las identidades. A juicio de Pujol, este proceso es un asunto capital para Cataluña, que no debe "cerrarse" para adaptarse a la mundialización. El ex presidente, que esta vez desarrolló su perfil más intelectual y citó a André Malraux, Edgar Morin, Karl Popper y al propio Castells, explicó que, en este nuevo desafío, los catalanes cuentan con la experiencia del pasado, y en cierto sentido del presente: Cataluña ha sobrevivido a situaciones hostiles que "a veces se han dado y se siguen dando con España", dijo. Respecto a la UE, Pujol lamentó que siendo "los catalanes tan profundamente europeístas", de momento no se haya contemplado el uso del catalán en sus instituciones.

En la defensa del europeísmo y su protagonismo futuro abundó el alcalde de Barcelona, que lo definió como el "experimento y ejercicio político más relevante del momento". Clos recordó que la construcción europea nació tras la II Guerra Mundial como acto racional de voluntad para acabar de una vez con los enfrentamientos entre naciones, y aseguró que la UE sobrevivirá sólo si garantiza la pervivencia de las culturas minoritarias que acoge en su seno. Otra condición que apuntó para el funcionamiento de una construcción supranacional en otros territorios, como Palestina e Israel, es la puesta en marcha de una solidaridad social, como el Estado de bienestar.

Cardoso afirmó que "la globalización ha puesto en jaque a la democracia", y que la clave está en desarrollar nuevas instituciones que se adapten a las necesidades futuras. El ex presidente brasileño puso como ejemplo a la propia UE, "embrión de un sueño en el orden internacional".