Vivienda inaccesible
Aunque algunos indicadores indirectos parecían sugerir una desaceleración de los precios de la vivienda lo cierto es que la evolución de los precios no confirma tal diagnóstico. El informe de la consultora Tasaciones Inmobiliarias (Tinsa) difundido el martes pasado calcula que el precio de la vivienda nueva ha crecido en el segundo trimestre de este año a una tasa interanual del 16,5%, y la vivienda usada al 18,85%. Dicho de otro modo, mantiene unas tasas de crecimiento inaccesibles para una gran parte de los asalariados españoles, salvo que dediquen gran parte de su vida laboral a pagar exclusivamente el piso, con renuncia casi total a cualquier otro dispendio, e inasequibles a los mensajes del Gobierno contenidos en el anunciado plan de choque.
Por lo que se conoce hasta ahora, este plan permitirá poner más Viviendas de Protección Oficial (VPO) a disposición de perceptores de rentas medias y bajas, aunque no en volúmenes que tengan un impacto decisivo sobre el mercado; y poco a poco incentivará el mercado de alquiler si surten efecto los estímulos aprobados en forma de ayudas directas a los particulares y a las empresas que se decidan a alquilar sus pisos o a construir metros cuadrados para alquilar. El problema es si este tipo de decisiones tienen efecto inmediato y, por lo tanto, configuran un auténtico plan de choque.
Así que conviene insistir en que la presión de la demanda de vivienda nueva y usada sobre los precios sólo podrá aliviarse con disposiciones de mayor profundidad. Como, por ejemplo, la reducción de la deducción fiscal a la compra de la primera vivienda; o con una decisión política que abarate el precio del suelo y que ello repercuta en el precio final; o facilitando en otras Comunidades Autónomas actuaciones como la anunciada ayer tras la entrevista del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que permitirá construir 15.000 viviendas en Campamento, en terrenos de una antigua instalación militar.
Por el momento, en lugar de esta suerte de alquimia económica, que requiere coordinación entre los ministerios económicos, ideas claras y coraje para tomar decisiones, el Gobierno transmite mensajes insuficientes. Es mejor que no hacer nada, pero están en juego en ello muchas esperanzas ciudadanas.
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