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El presidente pidió al 'lehendakari' un mensaje positivo para la sociedad

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en la conversación telefónica que mantuvo hace un mes con el lehendakari, Juan José Ibarretxe, para pedirle el apoyo del PNV en el Senado a la Ley Presupuestaria, le comunicó que de la reunión que hoy mantendrán en La Moncloa tenía que salir un mensaje positivo hacia el pueblo vasco, en particular, y el español, en general. Zapatero está empeñado en alimentar el clima de distensión en las relaciones entre las instituciones centrales y del País Vasco iniciado con su llegada a La Moncloa y hoy le insistirá a Ibarretxe que colabore en esa tarea.

El presidente del Gobierno sabe que la distensión en las relaciones institucionales entre el Ejecutivo central y el vasco es un valor en sí mismo que aprecia mucho la población, y más aún la sociedad vasca, que es la que más ha sufrido, en la etapa democrática, las tensiones políticas derivadas del terrorismo. Como está convencido también de que la confrontación política ha sido una de las causas del fracaso de José María Aznar.

De firmes convicciones

Pero Zapatero e Ibarretxe son dos políticos de convicciones firmes, alimentadas por bases ideológicas distintas, que les enfrentan. El presidente del Gobierno central es un convencido del respeto a los procedimientos democráticos, que es precisamente lo que le lleva a rechazar el plan Ibarretxe, y de la necesidad de propiciar la distensión para facilitar el diálogo, y con él los acuerdos. A Rodríguez Zapatero le gusta decir que "el mejor acuerdo es el que más consenso tiene".

El lehendakari es, por su parte, un nacionalista vasco convencido, que sitúa la defensa de su ideología por encima de los procedimientos, como ha mostrado la defensa numantina que ha hecho de su plan soberanista. De este modo, se hizo fuerte y resistió bien la estrategia de confrontación política que propició el presidente del Gobierno anterior, José María Aznar, para hacerle desistir de su apuesta soberanista.

Ahora Ibarretxe se plantea cómo afrontar el nuevo reto del diálogo que le dirige Zapatero. Con Zapatero e Ibarretxe concurren dos estilos diferentes de negociadores. El modelo "culo de hierro", del negociador tenaz, decidido a dialogar "hasta el amanecer" del lehendakari, y el virtuosismo negociador de un Rodríguez Zapatero que si no fuera porque tiene un problema de agenda, estaría dispuesto a dialogar "no hasta el amanecer, sino hasta el amanecer del día siguiente".

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Ibarretxe, que utilizó como argumento básico frente a Aznar el respeto y la necesidad del diálogo, tendrá ahora que demostrar su propia capacidad ante un Zapatero que ha hecho del talante una de las claves de su comportamiento político. Por eso no tiene fácil el desaire ante la reclamación de una relación normalizada que hoy le reiterará Rodríguez Zapatero.

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