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La entidad británica explica hoy los detalles de la propuesta

El Consejo de Administración de Abbey se reunió ayer para estudiar la oferta del Santander pero hasta hoy a las ocho de la mañana -las siete de la mañana en Londres- no se pronunciará públicamente sobre su decisión a través de un comunicado al Mercado de Valores de Londres.

Sin embargo, desde el principio existía el convencimiento de que el consejo recomendará a los accionistas de Abbey que acepten la oferta del banco español. A favor de esa tesis juega el hecho de que la operación se está negociando desde hace meses entre las direcciones de ambos bancos, incluyendo semanas atrás la presencia en Madrid del máximo ejecutivo de Abbey, Luqman Arnold, el hombre que aterrizó en el banco procedente de UBS para rescatarlo de una profunda crisis. Según la prensa británica, Arnold, un hombre formado fundamentalmente en la banca de negocios, ha llegado hace ya tiempo a la conclusión de que Abbey tiene pocas posibilidades de supervivir por si mismo y que es del interés de sus accionistas poner el banco en manos de un socio fuerte.

Interés de venta

Es decir, no se trata de una operación gestada sólo desde un lado, sino tramada por dos actores que quieren comprar y vender respectivamente. Indicio añadido de que el Santander da por hecho el acuerdo es que los hombres fuertes del banco tomaron el avión para Londres ayer tarde para dar una rueda de prensa conjunta con los ejecutivos del Abbey hoy a mediodía.

Sin embargo, el acuerdo entre los dos consejos no significa que la operación esté cerrada. No es imposible que en los próximos días surja una oferta superior a la presentada ayer por el Santander. Aunque los términos de esta no trascenderán hasta hoy, se considera que otros bancos están en condiciones de ofrecer más dinero que el Santander y, sobre todo, con el valor añadido de poner más énfasis en el metálico que en el papel.

La percepción de que el Santander va a ofrecer básicamente un intercambio de acciones de Abbey por las suyas se considera un punto débil debido a la lejanía del banco español, que no cotiza en la Bolsa de Londres y deberá poner en marcha algún sistema para facilitar el canje de sus acciones por dinero en metálico.

En principio se estima que, una vez cerrado el acuerdo entre los dos bancos, los accionistas dispondrán de un plazo de cuatro semanas para estudiar la operación antes de que se inicie el canje de acciones.

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