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Reportaje:

Desmesura informática

La Campus Party, respaldada por grandes compañías, volverá a batir sus propias marcas con 5.000 asistentes

Ignacio Zafra

Campus Party renovó ayer su apuesta por el gigantismo. El encuentro de internautas en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia ha convertido en rutina el hecho de batir año tras año sus propias marcas. La presente edición, la octava, convocará del 26 al 1 de agosto a 5.000 jóvenes decididos a pasar siete días y seis noches frente al ordenador, navegando a una velocidad que alcanzará "el billón de bytes por segundo". Los organizadores calculan que la Campus costará cerca de 7.200.000 euros.

El funcionamiento de más de 5.000 equipos al mismo tiempo -la mayor parte acarreados por los propios participantes- exige una correspondencia logística: 10 kilómetros de fibra óptica; 250 kilómetros de cable; y, según los responsables, "un plan de abastecimiento eléctrico" específico que correrá a cargo de Iberdrola.

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El incremento en un millar de asistentes respecto al año pasado ha obligado a aumentar el espacio físico. En 2003 los internautas montaron sus ordenadores en el paseo de Arbotantes, situado debajo de L'Umbracle. Una zona que este año se reserva para el área de comidas y de duchas. Los participantes -que pagarán entradas de 140 euros con comida incluida o de 80 sin ella- se instalarán en la explanada del lago, en una carpa fabricada al efecto que ocupa una superficie de 12.800 metros cuadrados. Tras los fallos en el sistema de aire acondicionado de la pasada edición, los encargados esperan mantener la temperatura en torno a los 25 grados.

Las dos plantas de aparcamiento servirán de zona de acampada subterránea para 3.500 personas. Y el interior del Museo Príncipe Felipe acogerá a su vez talleres -como el de actividades astronómicas-, y workshops, que son descritos como "encuentros de formación" a cargo de empresas.

La creciente implicación de multinacionales del tamaño de Telefónica; Cisco Systems; Fujitsu; Sony, o Coca Cola es una de las novedades de la Campus Party 2004. Su contribución económica consiste principalmente en el préstamo de material y la cesión gratuita de las conexiones, mientras que el principal patrocinador monetario es la Generalitat. A la fiesta informática contribuyen igualmente la propia Ciudad de las Ciencias, el Ayuntamiento de Valencia y el Ministerio de Industria.

Hay más. Los organizadores aseguraron ayer en rueda de prensa que de la seguridad de la Campus Party "se encargará el ejército". El ministerio de Defensa, por medio del organismo Soldados.com, dará cursos de protección informática y revisará los equipos de los internautas que lo crean conveniente. Defensa tendrá igualmente una participación lúdica: un globo aerostático se elevará cada tarde noche hasta los 40 metros llevando consigo a grupos de participantes. El vuelo durará unos minutos y no saldrá del espacio aéreo de la Ciudad de las Ciencias.

Linux, y la musica y el diseño digitales volverán a tener su espacio. A los que se unirán uno destinado a la "comunidad virtual de Coca Cola" -a la que la propia compañía atribuye un millón de usuarios-; y otro a la Play Station 2, que reunirá a más de 500 jugadores en lo que los organizadores califican como el mayor encuentro mundial de tales características. Igual que la Campus Party.

El festival informático promete premios en competiciones de juegos; ofrece cursos; talleres de observación de la luna y del sol, y de tecnología wireless -sin cables-. Los cálculos son que por los ordenadores pasarán cerca de un millón de CD y DVD para intercambiar o descargar de la red todo tipo de archivos. ¿No plantea ello un serio riesgo de piratería?, se preguntó ayer. "Funcionamos sobre todo con Linux y tenemos muy buena relación con la SGAE", respondió algo apurado el fundador de la Campus.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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