Israel anuncia que no acatará el fallo y los palestinos lo consideran una victoria
La decisión "acabará en el cubo de la basura de la historia", afirma un asesor de Ariel Sharon
La indignación de Israel es sólo comparable a la euforia palestina. Ayer, mientras los líderes israelíes anunciaban que no acatarán el fallo del Tribunal Internacional de Justicia y enviaban la resolución al "cubo de la basura", la Autoridad Nacional Palestina calificaba el veredicto como una "victoria de todo el pueblo" y de "todos los movimientos de liberación del mundo". Sobre el terreno las cosas no han cambiado: el muro de separación continúa avanzando inexorablemente hacia los barrios árabes de Jerusalén Este. La muralla tiene ya 196 kilómetros de longitud.
"Sólo acataremos las reglas del Tribunal Superior de Justicia de Israel, pero no las de un conjunto de naciones de la Unión Europea, que no son precisamente conocidas por su simpatía hacia Israel", aseguró ayer el ministro de Justicia y vicepresidente del Gobierno israelí, Tomy Lapid, al conocerse el fallo de los magistrados.
La indignación del ministro Lapid era compartida ayer por la totalidad de los ministros del Gabinete, incluidos los asesores del primer ministro, como el iracundo Raanan Gissin, que llegó a asegurar que "esta resolución acabará en el cubo de basura de la historia" y que acusó a los miembros del Tribunal de "negar a Israel el derecho a defenderse".
En medio de las descalificaciones y de las reacciones airadas en un tono mucho más comedido y equilibrado, el ministro de Asuntos Exteriores, Silvan Shalom, anunciaba la posibilidad de establecer algún tipo de negociación con los palestinos sobre el trazado del muro, una vez se complete el plan de repliegue y descolonización de Gaza, que está previsto que acabe a finales de 2005, cuando estarán ya construidos los 730 kilómetros de muralla. Un portavoz de Exteriores aseguraba además que el Tribunal se había olvidado del terrorismo palestino, "la causa que nos ha llevado a construir el muro".
El rechazo de Israel hacia el fallo del Tribunal era respaldado ayer por un portavoz de la Casa Blanca, quien negaba a los magistrados de La Haya la potestad para resolver el tema y aseguraba que el conflicto surgido con la construcción del muro debería resolverse en el cuadro de la aplicación de la Hoja de Ruta.
Por su parte, la Autoridad Nacional Palestina acogió el fallo con euforia. El primero en hablar fue el presidente Yasir Arafat, quien desde su cuartel general de Ramala no dudó en calificar el veredicto como una victoria: "Es una excelente decisión. Damos las gracias al Tribunal de La Haya. Es una victoria del pueblo palestino, de todos los pueblos libres y de todos los movimientos de liberación del mundo".
El entusiasmo y alegría de Arafat eran compartidos ayer por sus más estrechos colaboradores, entre ellos el primer ministro, Ahmed Qurei, quien aseguró que "se trata de un día histórico". El consejero Nabil Abu Rudeina habló de manera abierta de un principio de "aislamiento internacional de Israel".
En medio de los aplausos y felicitaciones, el liderazgo palestino tiene ya proyectado su estrategia: trasladar en fecha próxima el fallo del Tribunal Internacional de Justicia a la Asamblea General de Naciones Unidas, donde la causa palestina cuenta con el apoyo suficiente, que permitirá llevar el tema de nuevo al Consejo de Seguridad y reclamar a este alto organismo sanciones contra Israel, en caso de que no acate las decisiones del Tribunal.
Gobierno de unidad nacional
Sobre el terreno las cosas aún no han cambiado. La resolución del Tribunal Internacional ha sido acogida con escepticismo por la población palestina, que teme que esta decisión de los magistrados acabe convirtiéndose en "papel mojado", como sucediera el pasado mes de octubre con la resolución de la Asamblea General que, por una amplia mayoría, calificó ya el muro de ilegal y ordenó su destrucción.
En plena polémica sobre el muro, la atención de la opinión publica israelí e incluso la palestina parecía ayer mucho mas preocupada e intrigada por los últimos gestos del primer ministro, Ariel Sharon, quien ha convocado para el lunes al líder laborista Simon Peres, en un esfuerzo para formar un Gobierno de unidad nacional similar al formado hace cuatro años.
La apuesta de Ariel Sharon es arriesgada. Así se desprende de las declaraciones del laborista Peres, quien ha condicionado su entrada en el Gobierno a la aceleración del proceso de descolonización de la franja de Gaza, del desmantelamiento de las colonias y de la actitud de la extrema derecha, especialmente a los sectores más inmovilistas del Likud, que han convocado una reunión de urgencia para tratar de torpedear la formación de un Gabinete con la izquierda.
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