La fiebre de la Guardia Urbana
40 policías de Tarragona se dan de baja por enfermedad a la vez en plena negociación laboral
Los agentes de la Policía Municipal de Tarragona están calientes. Hartos de horas extraordinarias y de asumir tareas que habitualmente realizaría el Cuerpo Nacional de Policía si esta institución dispusiera de una plantilla más amplia, a 40 agentes de la Guardia Urbana les ha sobrevenido al mismo tiempo una extraña fiebre veraniega y han pedido la baja médica: un caso sin precedentes.
La enfermedad afecta prácticamente a la cuarta parte de una plantilla de 180 agentes y ha llegado después que el Ayuntamiento rompiera las negociaciones que mantenía con los representantes sindicales de los agentes y en las que el colectivo pretendía mejoras laborales.
Un portavoz de la Guardia Urbana asegura que durante los tres últimos años alrededor de 130 agentes se han visto obligados a hacer más de 70.000 horas extras y añade que, sólo en 2003, estos agentes cubrieron 23.000 horas de trabajos extraordinarios. Demasiado trabajo, dicen, y mal pagado.
El propio alcalde de Tarragona, Joan Miquel Nadal (CiU), que ayer anunció mano dura contra los agentes que realmente no estén enfermos, ha admitido en múltiples ocasiones que su Policía Local no da abasto y ha alabado su profesionalidad, pero la sublevación de los agentes ha transformado radicalmente este discurso. "Si se demuestra que alguien ha falseado la verdad y está por Tarragona paseándose, el peso de la ley será total", dijo ayer, y señaló que la propia normativa que regula a estos funcionarios permitiría incluso su expulsión del cuerpo policial. "Nadie se cree lo de las 40 bajas simultáneas", remachó el alcalde, que invitó a los agentes a reincorporarse de inmediato a su trabajo, asegurando que será condescendiente con ellos.
Pese a admitir que la Guardia Urbana está bajo mínimos de personal, el Ayuntamiento de Tarragona no ha convocado este año ni una sola plaza para este cuerpo y las seis que salieron a concurso el año pasado aún no se han cubierto.
De momento, los agentes han dejado sin servicio a la ciudad durante uno de los acontecimientos más multitudinarios del año, el concurso de fuegos artificiales, que en sus cinco días de duración congrega a más de 300.000 personas.
Los guardias están acampados en uno de sus cuarteles a la espera de que Nadal les reciba. Nada apunta a que esta reunión llegue a celebrarse pronto y el Ayuntamiento ha emitido un comunicado en el que insta al Instituto Catalán de Evaluación Médica a analizar el estado de salud de los agentes "ante la preocupación de que sea una situación que pueda afectar gravemente la salud de este colectivo", señala la nota con cierto retintín.
El pulso sigue abierto y la ciudad cumplió ayer cuatro días sin policía local -con la correspondiente caída de la recaudación por multas de aparcamiento-. Pero la cosa se puede complicar en Tarragona porque los funcionarios municipales rompieron ayer las negociaciones que mantenían con el consistorio sobre reivindicaciones laborales.
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