Vecinos del área de ocio nocturno de Cullera insisten en cerrar dos pubs a causa del ruido
El Ayuntamiento tiene orden de clausurar ambos establecimientos desde mayo
Los vecinos de la principal zona de ocio nocturno de Cullera están cansados de esperar a que el Ayuntamiento solucione el problema del ruido por las noches. Llevan 15 años soportando el alboroto proveniente de los pubs situados en los bajos de las calle de Barcelona y adyacentes. Tienen dos sentencias definitivas del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) valenciano desde mayo que ordenan el cierre de dos pubs, pero el Ayuntamiento no procede a su clausura. La zona, según un estudio, supera más de 7.500 veces en una hora el ruido permitido por las noches.
Los pubs superan unas 7.500 veces el ruido permitido por la noche, según un estudio
Los pubs El Paso y Los Botijos funcionaron durante cerca de un año sin licencia e incumplen las normativas vigentes en materia de insonorización, entre otras faltas que cita el abogado Andrés Morey con sendas sentencias en mano. "En las calles próximas a la de Barcelona vive gente desquiciada o veraneantes que vienen a pasar las vacaciones y no pueden ni descansar debido al ruido originado en las calles", señala.
Morey lleva tres años representando a nueve comunidades de vecinos para que el vecindario sea declarado Zona Acústica Saturada, algo que ya consiguió en las inmediaciones de la plaza de Xúquer, en Valencia. Hasta 1997 la plaza valenciana era "un botellón eterno" que imposibilitaba el descanso nocturno, según este letrado de 37 años.
Para lograr esa denominación, explica, es necesario que el ruido exterior de la zona supere los 65 decibelios por la noche dos veces por semana durante catorce días. En este vecindario de Cullera, por el día se excede casi 30 veces ese límite, que es el que marca la Organización Mundial de la Salud, y por la noche llega a superarse 7.586 veces durante una hora, según un estudio realizado por la Universidad de Valencia en el verano de 2002. "Se llega hasta a 80 decibelios y, para hacerse una idea, una mascletà alcanza los cien en momentos muy puntuales", apunta Morey.
Durante el caso Xúquer, Morey consiguió que el Ayuntamiento de Valencia indemnizara a un vecino de la plaza por permitir que el ruido provocado "por el botellón y la marcha" constituyera "una violación de los derechos de intimidad y la salud" del demandante. La sentencia favoreció que el Ayuntamiento declarara el vecindario Zona Acústica Saturada, lo que permitió establecer horarios restringidos, suspender la concesión de licencias que agravaran la situación y prohibir las terrazas.
Pero a diferencia de lo ocurrido en 1997, continúa Morey, en esta ocasión un juzgado de Cullera desestimó la denuncia presentada por "unos cien vecinos" que argumentaban que el ruido producido por y en el entorno de los pubs constituía una violación de sus derechos constitucionales. De momento, espera que el TSJ valenciano favorezca su recurso.
El presidente de la Asociación Hostelería y Turismo de Cullera, José Palacios López, niega que sean los pubs del vecindario los que ocasionan molestias a los vecinos: "Nadie les quita a los vecinos su derecho al descanso. Los alborotos se forman fuera de las terrazas de los locales, con la gente que llega a esas calles y abre el maletero del coche con la música alta", indica.
En su opinión, la reciente decisión del Ayuntamiento de no conceder licencias para terrazas este verano no es la solución al problema, sino que lo agravará. "La gente que las frecuenta es tranquila. Cuando quiten las terrazas, las calles se convertirán en puntos de alboroto", dice el empresario.
Palacios, no obstante, es partidario de que se cierren aquellos establecimientos que no cumplan la ley. También aboga por un diálogo fluido en el que se sienten todas las partes, pero no por que la zona de ocio se desplace fuera del centro sin una alternativa consistorial que dé un margen de dos años a los pubs para reubicarse.
Mientras, dice Amparo Velert, presidenta de una de las comunidades afectadas, "el ruido se oye hasta en el octavo piso". "Son los borrachos los que vomitan en mi portal y los pubs los que sacan dinero de ello hasta las seis de la mañana", continúa esta vecina. "Hace 35 años nos instalamos aquí y los vecinos pagamos el asfaltado de la calle Barcelona. La zona azul actual la ocupan las terrazas. Es una vergüenza que han tolerado todas las alcaldías en estos años", asegura.
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