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Pacten o márchense

La Copa del América esta teniendo una consecuencias tan inesperadas como clarificadoras para conocer el pulso de la situación en la que se mueve el día a día de la Comunidad Valenciana. Curiosamente es el único bálsamo esperanzador generado en los últimos meses. Hoy sabemos gracias a lo dicho en las Corts que el president y Pla acordaron apoyar la Copa "por encima de situaciones partidistas" y que por ello Camps ofrecía al PSPV "un pacto de paz y tregua". Aunque a continuación empezaron a agriar el mensaje (Camps añadiendo que este acuerdo "debe estar por encima de las deslealtades del Gobierno" y Pla contestándole que solo el Gobierno central "puede garantizar el éxito de la Copa América") es obvio que la competición náutica puede ser un punto por donde empezar, en caso contrario, democráticamente... puerta.

Vivimos tiempos en los que el pesimismo recorre el espinazo de la Comunidad Valenciana: las industrias tradicionales entran en crisis lenta e inexorablemente, las previsiones turísticas no se confirman, Terra Mítica ya es un fiasco, el déficit de la Generalitat es inocultable, CACSA sigue siendo un agujero que hay que taponar, la ciudad de Valencia ha tomado unos compromisos que no sabe cómo cumplir, el problema del agua sigue coleando, los fondos europeos se acaban, la nueva frontera del ancho ferroviario aparece en Tarragona ante el inexistente dialogo con Cataluña... etc.

Sin embargo lo peor es la forma como aquí estamos perdiendo la autoridad moral, al aceptar una realidad creada, mentira a mentira, por nuestros responsables públicos: desde unos empresarios pretenciosos que iban a pagar el AVE, hasta la supuesta maniobra de Barcelona para quedarse con la Copa del América, pasando por la Generalitat que iba a hacerse cargo del trasvase del Ebro o del pacto de Murcia que nos iba a poner en contacto ferroviario con Madrid por Albacete y Cuenca sin que no tengamos esperanza de llegar más allá de esta última en lustros, del Puerto que pillado por Madrid en la mentira de no haber ni siquiera solicitado financiación europea, dice que va a hacer frente a su ampliación en solitario, etc.

Todo ello, dentro de un silencio ominoso de quien tiene la obligación de generar ideas e iniciativas creíbles. ¿Qué ocurre con nuestras Cajas presididas por personas que han tenido importantísimas obligaciones institucionales? ¿ Qué pasa con una clase empresarial acogotada por el poder político? ¿No pagamos entre todos una Corporación Financiera creada para impulsar inversiones estratégicas en proyectos e infraestructuras de interés colectivo para el País? ¿Dónde está tanto intelectual preocupado por el futuro de nuestro País Valencià?

No se puede seguir por este camino. Los que saben me dicen que no es la primera vez que se producen situaciones parecidas en nuestra historia y que Valencia tiene muchos antecedentes de comportamientos como éstos; otros, que ésta es la plaga de la falta de ética pública que ha dejado el zaplanismo (que creo no es el Partido Popular en su totalidad). ¿Habrá mejor momento y ocasión para demostrar el liderazgo y la voluntad de desarrollo de la Comunidad Valenciana?

Ya buscaremos responsables, con nombres y apellidos. Ahora hay que afrontar la situación y reaccionar. El punto de partida no es sencillo: el PP tiene una mayoría tan legítima como culpable de la situación que vivimos, y el PSPV no está ni se le espera, el resto de fuerzas políticas andan contando muertos y por ahora los de la "sociedad civil" tenemos poco recorrido. Pero dicho esto, la obligación de pactar y transmitir un proyecto coherente a la Comunidad Valenciana es urgente y bienvenida seas Copa del América si sirves para que esto cambie. La iniciativa es de los responsables políticos, la de los ciudadanos de base es estar en estado de vigilancia y de disposición para hacer aportaciones cada uno en lo que sabe. Nada funcionan si las personas no se involucran y lo sienten como propio, se llama: "Fer Pais". Búsquense hombres y mujeres adecuados, apasionados, honestos y solventes con lealtad para con nosotros y nuestro hijos.

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Camps, Pla y resto de fuerzas políticas pacten el futuro, pues de lo contrario no duden que los de la sociedad civil no se lo perdonará. Tómenselo como quieran: un ruego, una exigencia o una amenaza, ya saben que a veces los "cabreados" si además están indignados no distinguen bien.

Gregorio Martín es catedrático de Ciencias de la Computación de la Universidad de Valencia.

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