Una muestra analiza el mito de Santiago como sostén ideológico de la monarquía
El montaje del colegio compostelano de Fonseca tiene obras de El Greco, Goya y Murillo
Las peregrinaciones a Compostela declinaron con el fin de la Edad Media, pero el mito del apóstol Santiago como una suerte de soldado de Cristo mantuvo todo su vigor a partir de la expulsión de los musulmanes y la unificación de la Península. La leyenda aportó un sustrato ideológico para la monarquía española, cultivado primero por la dinastía de los Austrias y preservado después por los Borbones. Una exposición que reúne manuscritos, objetos y obras de El Greco, Zurbarán, Murillo y Goya evoca ese antiguo vínculo entre la devoción jacobea y la Corona de España.
El mito de Santiago, pretendido evangelizador de España cuyos restos reposarían en el confín noroeste de la península, nunca cobraría la difusión que alcanzó sin la invasión musulmana y los siglos de la Reconquista. Pero, tras la caída del último bastión de Granada, los poderes político y eclesiástico no renunciaron a un eficaz instrumento de propaganda ideológica. Y es a partir de 1492 cuando se fija el canon iconográfico del Santiago Matamoros, guerrero a lomos de un corcel blanco que aplasta las cabezas del infiel.
La pertinencia de esa figura para los conflictos políticos y religiosos de los siglos posteriores queda perfectamente retratada en una de las piezas principales de la exposición Santiago y la monarquía de España (1504-1788), abierta en el Colegio de Fonseca, de Santiago de Compostela, hasta el 19 se septiembre. Se trata de Martirio de Santiago, un óleo de Juan Fernández Navarrete, El Mudo, de 1571.
En la época de los choques con el imperio otomano, el apóstol se representa degollado por un individuo de aspecto turco. Al fondo, la figura espectral de su caballo blanco repartiendo mandobles en la supuesta batalla de Clavijo, durante los tiempos de la Reconquista. De frente al fantasma de Santiago Zebedeo aparece un grupo de soldados de Felipe II, recreado como si fuese el Ejército de Dios.
"El peligro turco, la conquista de América y la lucha contra los protestantes contribuyeron a dar nueva vida al fenómeno jacobeo desde el punto de vista ideológico-religioso", apunta el historiador del arte Víctor Nieto Alcaide, comisario de la muestra. La exposición, organizada por el Xacobeo 2004 y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), con el patrocinio de Fundación Caixa Galicia, repasa las relaciones entre Santiago, la monarquía y la nobleza a través de una heterogénea selección de objetos, desde pinturas hasta un tapiz de Goya o el dosel del lecho de Carlos III. Hay libros, planos, manuscritos, cálices, un repostero de Felipe IV, obras de orfebrería, llaves, colgaduras, el documento original de la inscripción de Quevedo como caballero de la distinguida Real Orden de Santiago, entre otras obras.
Testimonios históricos que se han extraído de instituciones como el Museo del Prado o los archivos del Patrimonio del Estado y de catedrales como las de Toledo y el propio Santiago de Compostela.
La exposición abarca tres siglos, desde los Reyes Católicos hasta Carlos III, y mantiene "una gran coherencia histórica", según Luis Miguel Enciso, presidente de la SECC. Las diferentes salas relatan los esfuerzos de los monarcas por mantener vivo el mito, que culminarán con la designación de Santiago como patrón de España y la orden de Felipe IV de crear el Voto de Santiago e instituir una ofrenda nacional al apóstol cada 25 de julio.
Ese privilegio real supuso un notable incremento de ingresos para Compostela y permitió, entre otros proyectos, la construcción de la fachada barroca de la catedral. El compromiso de la Corona no decayó en absoluto con la llegada de los borbones. Felipe V incluso aumentó a mil escudos de oro la dotación para la ofrenda nacional del 25 de julio. El privilegio terminó con el liberalismo. Fueron las Cortes de Cádiz las que suprimieron definitivamente el Voto de Santiago.
Babelia
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