El lento despegue del águila americana
EE UU avanza en crecimiento y confianza empresarial, pero el consumo y los déficit 'gemelos' inquietan a los inversores
Los ciudadanos estadounidenses empiezan a sentir que la economía avanza con paso firme. El índice de confianza del Conference Board se encuentra ahora en su nivel más alto en dos años. Y tienen motivos para creerlo así. El producto interior bruto creció durante dos trimestres entorno al 4% y en lo que va de año se han creado más de un millón de puestos de trabajo. Sin embargo, este entusiasmo no se observa tanto en Wall Street y algunos economistas llegan a hablar de "recesión psicológica", porque las perspectivas no son tan buenas. El Gobierno no profundizará pues en la política de rigor monetario, que se inició el pasado miércoles en EE UU con la subida de un cuarto de punto en el tipo de interés.
La expansión está acompañada por una recuperación del mercado laboral, otro elemento que espera la Reserva Federal para cambiar el ciclo
La subida de tipos de interés hasta el 1,25% decida esta semana por la Reserva Federal (Fed), el banco central estadounidense, la primera en cuatro años, es un signo evidente de que la economía dejó atrás la crisis económica hace meses. Era lo que esperaba Wall Street desde hacía tiempo, después de que la institución presidida por Alan Greenspan comenzara a decir que la era del dinero barato estaba tocando a su fin y que los datos de empleo empezaran a reflejar una recuperación real. Los economistas dicen ahora, con los datos en la mano, que un tipo neutral que no ponga trabas al crecimiento estaría en torno al 3%. Otros lo ponen por encima del 4%.
Pero pasará tiempo hasta que la Fed se pueda permitir el lujo de encarecer tanto el precio del dinero y todo indica que se seguirá mostrando tolerante con una inflación entorno al 2% o el 3% para no frenar los hábitos de consumo de los estadounidenses. Lo dejó entrever el Comité de Política Monetaria en su último comunicado, al decir que subirá los tipos de forma gradual para no dañar el crecimiento. La previsión, a partir de esta premisa, es que los tipos se sitúen a final de año entre el 1,75% y el 2,25%, para subir después en torno al 3,5% o el 4,5% a final de 2005.
Los datos publicados hasta ahora reafirman que la economía estadounidense avanza a un paso firme. El producto interior bruto de EE UU creció durante los primeros tres meses del año un 3,9%. La previsión inicial era que la expansión a comienzos del año fuera algo más fuerte, entorno al 4,4%. Pero los economistas señalan que todo lo que sea crecer cerca del 4% se puede considerar como bueno.
Mercado laboral
La expansión económica fue acompañada durante los últimos meses por una recuperación real del mercado laboral, el segundo elemento que espera la Fed para proceder al cambio de ciclo. EE UU creo durante el primer semestre algo más de un millones de puestos de trabajo. El problema es que en junio se moderó mucho el ritmo de creación de empleo (112.000) y se revisaron a la baja los meses anteriores. Además, todavía quedan por recuperar casi un millón y medio de empleos perdidos durante la recesión que arrancó en marzo de 2001. Y ahí es donde prestan más atención los electores a la hora de valorar la gestión de la Casa Blanca.
Sobre la evolución de los precios, el elemento clave en la política monetaria de la Fed, los datos muestran que la economía se encuentra claramente en la zona inflacionista. En mayo, la subida de precios fue del 3,1% interanual. Si se descuentan energía y alimentos los precios subieron un 1,7%, muy cerca del límite. La Fed no tiene establecido oficialmente un techo en su política de contención de precios, pero suele utilizar como referencia una tasa del 2% en la inflación subyacente.
Los tres indicadores justifican la acción de la Fed. Pero en Wall Street se guarda cierta cautela respecto al futuro, sobre todo a partir del dato de empleo del pasado viernes, porque hay varios elementos de incertidumbre. El primero es el nuevo récord que se marcó en el déficit comercial de EE UU en abril, que superó los 48.300 millones de dólares. La balanza por cuenta corriente también sigue deteriorándose, y el primer trimestre se cerró con un agujero de 144.900 millones, frente a los 127.000 millones del último cuarto de 2003. A lo que hay que añadir la degradación de las finanzas públicas. La consecuencia es un debilitamiento continuado del dólar y un aumento de los precios a través de los productos importados que necesita la economía estadounidense para seguir creciendo.
Hay discrepancias sobre el ritmo de expansión del PIB. La mayoría confía en que se mantenga la tasa durante el segundo trimestre, aunque no se descarta que pueda acercarse más al 3% El incremento del gasto entre los consumidores, sobre el que se basa dos tercios del crecimiento económico, no está siendo tan fuerte como se esperaba (3,2%) aunque está en su nivel más alto de los últimos tres años.
Menos inversiones
Lo mismo está pasando con las empresas, que no invierten tanto como se dijo. El índice manufacturero publicado el jueves refleja además una ligera caída de la actividad en junio, aunque sigue a niveles que corresponden a una tasa de crecimiento del 7% del PIB. La actividad también se relaja en el sector de la construcción, con un incremento del 0,3% en junio respecto al 2,3% de mayo. A todo esto se le suma el temor a nuevos atentados terroristas en suelo estadounidense y que los ataques a los oleoductos irakíes metan más presión el precio del crudo.
"Son signos de un menor crecimiento", señalan desde el banco de inversiones Goldman Sachs, lo que podría "retrasar" una subida de tipos superior al cuarto de punto en las próximas reuniones de la Fed. "Una subida de medio punto el 10 de agosto requiere de un repunte en el crecimiento y en la inflación muy fuertes", añaden. Para septiembre, el factor de freno es la proximidad de las elecciones presidenciales. Del lado de los precios, las previsiones hablan de que debería moderarse la inflación o continuar como hasta ahora. Pero los últimos datos del ISM sugieren que la presión inflacionista sigue acelerándose. Esto provoca, según los analistas, que la Fed tenga menos margen de error que en el pasado a la hora de definir su política monetaria.
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